La melodía sin nombre

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¿Os acordáis de la llamada perdida de aquel desconocido?

Pues por lo visto no todo iba a quedar ahí. Os explico.

Al día siguiente, en clase de literatura, tenía una notita en mi mesa que ponía:

"No te puedes rendir. Así que mañana en el evento que hay, en el salón de actos, después de las actuaciones, súbete al escenario y demuéstrale a todo el mundo tu verdadero talento, ya verás como tus sueños se cumplen.
Suerte, aunque no la necesitas".


Alguien me sigue el rastro.
Tenía una letra bonita, cierto.

La pregunta del millón, ¿quién?¿debería tener miedo?
Quiere jugar, pues vamos a jugar.

Hice exactamente lo que me dijo. No estaba muy segura de que fuera a funcionar, pero... a veces hay que correr riesgos.

Así que ya te puedes ir imaginando la escena:

Yo, decidida a darlo todo y demostrarles de lo que soy capaz. La gente tranquila, sin saber qué van a presenciar el mejor concierto de sus malditas vidas (prefiero pensar eso que el ridículo que voy a hacer), y los profesores, tomando su habitual cafecito para poder aguantarnos. Nada nuevo, excepto yo.

Había llamado a mi compañero Diego, muy majo, que prácticamente era el encargado de las luces y el sonido.

Es alto, guapo, ojos marrones, pelo castaño hasta los hombros, y un pearcing en la oreja derecha. Su outfit es simple: un jersey  de color gris, unos vaqueros y unas zapatillas blancas. Simple, pero acertado.

Al principio puede parecer distraído, relajado y esas cosas. Pero a la hora de trabajar es serio, muy profesional, sabe lo que hace.
Nos conocemos de toda la vida, nos tenemos aprecio. Por eso fui a pedirle en el recreo que me hechara un cable.

-Hola Diego.
-Olivia, qué sorpresa. ¿Cómo estas?
-Bien, ayer empecé a tocar de nuevo, así que me siento genial, la verdad, ¿y tú?
-Que buena noticia, echaba de menos oírte, todos en realidad. Yo lo cierto es que muy bien, como siempre. Ya sabes, luz por aquí, sonido por allá, jeje.
-Me alegro mucho Diego. Pero quería pedirte un favor.
-Claro, dime, ¿en qué te puedo ayudar en este día tan bonito?
-Quería saber si podrías ayudarme hoy. Verás, me han echado de la clase de música debido a que no he tocado nada desde... ya sabes. Y mi idea es sorprender a la directora en el evento mañana, después de las actuaciones. Subir, tocar algo mientras canto y ya. Con eso espero demostrarle que todos merecemos una segunda oportunidad, y que me deje regresar. ¿Me ayudas?
-¿Y meterme en un problema solo para ayudarte con un plan tan retorcido? Pues claro que me apunto, cuenta conmigo Livvie.
Dime qué tengo que hacer...

Le conté todos los detalles del plan, él, por su parte, escuchó atentamente. Una vez que cada uno sabía lo que tenía que hacer, pusimos el plan en marcha.

Él solo debía decir que había una gran sorpresa al final que nadie debía perderse, sin que la directora y los profesores lo supieran, por último, dirigir lo que mejor se le daba, las luces y el sonido.
Yo, por mí parte, tenía que preparar la canción y hacer que quedara el piano en el escenario. Solo tenía que mentir un poquito.

Cuando me di cuenta ya estaba todo listo.
El piano, y la sorpresa era lo que más intrigado tenían a los estudiantes.

Ahora solo tenía que esperar hasta mañana.

¡¡Qué nervios!!

****

11:30 a.m.
Instituto Panteras Negras.
Recreo.

Mi momento había llegado.
Mejor dicho estaba a punto de empezar.
Ya que debía de dejar actuar antes a los demás.

Me había arreglado un poco, lo admito, así que ya os podéis imaginar lo nerviosa que estaba.

Ese día llevaba:
Mi top favorito de cuello asimétrico de color verde, unos vaqueros ajustados, mis converses altas y unos accesorios.
Llevaba el pelo con unos mechones atados atrás con una pinza, el resto lo llevaba suelto a la altura de mis pechos. Para la ocasión me había maquillado un poco para que se viera lo más natural posible.

Había escogido una canción de uno de mis cantantes favoritos, Beret, me gustaba mucho su música. Me gustan las canciones de ese estilo, lentas, pero sobre todo, que tengan un significado que te transmita un mensaje. Uno que lo escuches y digas "cuánta razón tiene" o simplemente te ayuda en tu peor momento. Aunque la mayoría trate de amor, desamor y otras cosas que no voy a decir...
Sigue habiendo canciones que te ayudan con tu día a día, como por ejemplo, Soy esa mujer de Soraya, aunque la mayoría de sus canciones te animan, son movidas, te ayudan, otro ejemplo es Ela Taubert o Alessia Cara.

La gente me miraba curiosa, ya que me había arreglado más de lo normal, lo la juzgo. Yo siempre intentaba pasar de desapercibida, no me gustaba ser el centro de atención.
Pero para esto lo necy, necesito que vean de lo que soy capaz, por mí madre.

-Olivia, te estaba buscando... Vaya estás muy guapa.
-Hola Diego, emm gracias, supongo. Bueno ahora solo hace falta esperar, tengo que ir de última.
-Claro, claro. Oye, una preguntita.
-¿Si?
-Sé que solo somos compañeros, y que nos conocemos de toda la vida, pero no sé, me gustaría que pudiéramos ser amigos. ¿Te gustaría?¿Quieres ser mi amiga?

Pues claro que me gustaría, hacía mucho tiempo que no tenía amigos. Y me alegraba que ese alguien fuera Diego, porque nos conocemos de toda la vida, cierto. Así que, ¿por qué no?
Aunque tengo que admitir que mi cara en esos momentos era de sorpresa total.

-¡Pues claro que sí! Nos conocemos de toda la vida Diego, no me haría nada más feliz que poder ser amigos.
-Uff, que alivio, pensé que me ibas a decir que no. Me alegra tener a una amiga, y esa seas tú Olivia...
-Puedes llamarme Livvie, si quieres, mi familia me llama así, y bueno, mis amigos también.
- Un placer hablar contigo mi queridísima amiga Livvie.
-Lo mismo digo Dieguito.

Nos reímos y sin más... me dió un gran abrazo.

-Cuenta conmigo para lo que necesites Livvie, siempre estaré ahí.
-Gracias, igualmente amigo.

La niña del piano Where stories live. Discover now