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—dile tú.
—¿qué? no. dile tú. vamos.
—no. no puedo.
—¿por qué no puedes?
—¿por qué podría?
—no respondas a mis preguntas con otras preguntas. eso no es genial.
—que fumes no es genial.
—¡pero siempre fumas conmigo!
—bueno, sí, pero no le diga a Gai que me va a matar.
—seguro, seguro.
—...
—espera, ¡me hiciste cambiar de tema! ¡ve y dile!
—¡eres mi pareja! ¡tu trabajo es decirle tú! ¡eres el que no sufre de vergüenza!
—¡¿por qué sufrirías de vergüenza para pedir una medicina?!
—¡porque me da vergüenza todo!
—no puede darte vergüenza todo...
—me da vergüenza llevar paraguas, ¿de acuerdo? me da vergüenza usar lentes de sol, contar el cambio de dinero, tomarme fotografías en la calle, que me den regalos, dormir con alguien, andar sin nada en las manos...
—¿es por eso que siempre llevas las manos en los bolsillos?
—¡sí!
—¡¿te da vergüenza todo eso pero no leer icha icha en público?!
—¡es que así me dejan en paz! y debes saber que icha icha es solo una tapadera a veces. llevo muchos libros encima, pero esa aleja a las personas...
—¡las personas creen que eres un pervertido!
—¡pero no lo soy!
—bueno, te lo concedo. te da vergüenza besar.
—¡no me da- ¡deja de decirlo!
—hemos tenido mucho sexo y hasta ahora te da vergüenza quitarte la máscara...
