10.

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Había vuelto. Ya no miraba la tienda a lo lejos, ahora entraba. Primero fue después de un mes de su primera visita, luego después de unos pocos días y sin darse cuenta ya se le había hecho una costumbre. A veces, durante las noches, organizaba su semana para acordar consigo mismo los días que iría sin que fueran demasiados o pareciera que sus visitas eran importantes, porque no lo eran. No lo eran. Solo eran un pasatiempo, uno muy divertido por cierto, porque últimamente no encontraba nada más divertido que el ceño fruncido de ese tal Yoongi.

Siempre ceño fruncido, nunca la sonrisa que se le dibujaba en el rostro cuando un cliente entraba por esa puerta roja.

¿Debía sentirse ofendido?

Jimin sabía que no tenía razones para sonreírle. Su presencia parecía un juego de azar que tomaba a Yoongi por sorpresa. Lo confundía, claro está, pero esa era la parte más entretenida de todo esto. Jimin se había convertido en una sorpresa, en un evento inesperado, en una inconstante eventualidad y eso le permitía jugar.

A él le encantaba jugar.

La primera vez que volvió, solo abrió la puerta, hizo sonar la campanilla y se le quedó mirando hasta que Yoongi se levantó de su asiento «¿Pasó algo?» Le dijo confundido. Jimin sonrió ladeando su sonrisa hasta que uno de sus caninos se asomó por sobre su labio inferior. Claro que no pasaba nada ¿Qué podría pasar entre ambos? Nada. Así que se marchó conforme, orgulloso y burlón. Fue la primera vez que volvió.

La segunda, le dejó el libro sobre la mesa La granja de los animales estaba escrito en toda la portada del libro.

—Este me gustó más —dijo antes de salir—. Ahora quiero uno que te guste a ti.

Notoriamente extrañado, caminó hacia las estanterías, sin dejarlo de mirar por sobre su hombro como si dudara que efectivamente estuviera ahí, y sacó uno. "Demian" decía en la portada. Jimin lo guardó en el bolsillo trasero de sus pantalones y se marchó.

La tercera vez, la puerta estaba abierta. Afuera atardecía y corría un viento de esos ligeros que despiden un día caluroso, Jimin se dejó empujar por él y se deslizó sigiloso hasta el mesón donde apoyó ambos brazos para ver lo que Yoongi hacía.

—Esa es Zoólogo —le dijo cuando describió de nuevo hacia un crucigrama.

Yoongi dio un brinco, soltó el lápiz que tenía en la mano y se quedó tieso con una mano sobre su pecho para calmar su corazón desbocado por el susto. Jadeaba mientras lo veía acostumbrándose a su presencia y Jimin sonreía como si esta hubiera sido su mejor jugada.

—¿Qué haces aquí?

—Siempre la misma pregunta, ¿no se nota que vengo a verte?

—Me asustaste.

—Esa fue la mejor parte —Dejó de mirar sus adormilados ojos negros y bajó la mirada para ver el crucigrama de nuevo—, ¿cuantas te faltan?

«Mata las horas muertas» Yoongi dijo cuando le preguntó porque le gustaban tantos los crucigramas. Ese fue el sexto día en que lo iba a ver. Para ese entonces ya los estaba dejando de contar.

Iba y venía en los tiempos en los que no tenía nada que hacer. Cuando se desocupaba de los encargos que le mandaba hacer Nam o los trabajos sin compromiso de estabilidad que le conseguía para que tuviera un poco más de dinero. Iba y venía como un gato callejero que buscaba compañía solo porque el olor a esa tienda era diferente, uno que nunca había experimentado y porque el silencio era tan agradable como la música que salía de los parlantes para amenizar el lugar. Iba y venía, siempre y cuando Yoongi estuviera solo, si a lo lejos veía que había clientela en el local, se daba la media vuelta y se quedaba en la banca de la acera de enfrente maldiciendo entre dientes.

Strange & Beautiful ✧ YoonminWhere stories live. Discover now