SEIS

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—Eres un tonto Alfa, bájame. Esto es francamente embarazoso –Murmuró Charles.

En un momento, su fuente se rompió mientras se besaban en la puerta principal. Demonios, por el aspecto de las cosas, podrían haberlo llevado un poco más allá... hasta que el bebé decidió que era tiempo de interrumpir. Lo siguiente que supo, fue que Max le pidió que se quedara ahí. Un segundo después tenía la mochila llena de lo que necesitaban y tomó a Charles en sus brazos como si no pesara nada.

—Salgan del camino –Gritó Max a sus vecinos de al lado, una joven pareja que se retiró apresuradamente cuando el Alfa mostró sus colmillos.

Entraron al ascensor. Con voz suave, Max dijo;
—¿Puedes presionar los números? No eres exactamente un peso ligero.

—Entonces bájame, idiota –Siseó.

¿Qué demonios? Debería haber esperado que algo así sucediera. Cuando Max sugirió por primera vez que practicaran los posibles escenarios cuando el bebé llegara, el se rio. Le dijo que esto no era un simulacro de incendio. Pero cuando el Alfa le dio uno de esos 'no preguntes, solo obedece' sabiamente se calló.

Además, Max se veía demasiado lindo cuando estaba nervioso.

Ahora el Alfa le estaba diciendo lo que quería, o temía oír. Esa noche anterior no había sido un error o una cosa de una sola vez. Cuando Charles mencionó a Sergio, Max tenía una respuesta preparada, como si esperara que sacara el armamento grande.

Maldito Sergio, te apareaste con un hombre condenadamente obstinado.
La imaginación de Charles trabajó horas extras. Juró que vislumbra el fantasma del otro Omega de pie delante de ellos, no era un fantasma vengativo, pero si uno sonriente.

—Ya que tu fuente de rompió es mejor que te lleve cargado.

Las puertas de abrieron. Una pareja de ancianos se apartó por el gruñido de Max.

—Buena suerte –Les gritó la Sra. Saldaña–. ¡Estoy emocionada de ver a su nuevo bebé!

Charles le devolvió el saludo.

—Gracias, Sra. Saldaña.

—¿Que jodidos fue eso? –Max preguntó.

Estaban fuera del departamento ahora y frente al auto de Max. El Alfa lo deslizó fácilmente al asiento trasero.

Charles puso los ojos en blanco.

—Los Saldaña. Viven abajo, ¿no lo sabias? Son una pareja latina muy amigables.

Cuando Max frunció el ceño, continuo; —A veces voy a su casa a almorzar. El Sr. Saldaña me está enseñando a jugar al ajedrez y me encantan las galletas de la Sra. Saldaña.

El Alfa negó con la cabeza.

—Realmente eres increíble, Charles. Yo, por otro lado, no soy bueno con la gente.

Max abrió el asiento del conductor y subió. El loco Alfa ya había trazado el camino más rápido al hospital. Charles se agarró a los asientos cuando Max prendió el motor.

Cuando Max maldijo a mitad de camino, Charles asomó la cabeza desde su posición para escuchar una sirena de policía.

—Cálmate y hazte hacia un lado –Le dijo a Max.

—No tenemos tiempo para esta mierda –Se quejó.

—Cariño, detente y habla con el policía. Explica la situación. Estoy seguro que no voy a dar a luz fácilmente sabiendo que estás atrapado en una celda de la cárcel.

Eso convenció a Max de detener el auto. Un breve dolor atravesó a Charles, y bloqueó una gran parte de la conversación. Gimiendo, abrió los ojos para ver que las cosas no iban tan bien. Max parecía que estaba a punto de arrancarle la garganta al oficial de policía.

OMEGA SUSTITUTO [Lestappen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora