2. Signos.

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A tempranas horas de la mañana las personas esfumaban sus presencias de las calles debido al trabajo. Era entonces cuando una ráfaga de soledad sacudía a la ciudad.

El frío del invierno era como un abrazo asfixiante, la piel siempre se erizaba sin importar cuántas prendas la protegieran. Farfa escondía sus manos en los bolsillos de su abrigo luego de ajustar la bufanda en su cuello.

Atravesó la puerta de la cafetería sintiendo un aroma agradable en el ambiente, era una mezcla entre pan recién horneado y café caliente. Se acercó al mostrador, donde realizó su pedido habitual.

Mientras aguardaba se distrajo leyendo carteles de oferta y promociones del local. Apenas escuchaba los vagos murmullos de las mesas del fondo y el ruido de alguna noticia que se transmitía en la televisión.

La cajera regresó y le extendió su vaso de café. Farfa buscó el dinero en su bolsillo y pagó por su bebida.

La campana de la puerta sonó advirtiendo la llegada de un nuevo cliente.

— Muchas gracias, que disfrute. — agradeció la muchacha, devolviéndole su cambio.

Farfa, que estuvo cerca de abandonar la cafetería en completa tranquilidad, de repente sintió el líquido caliente de su vaso salpicando contra su mano y gran parte de su ropa a causa de un torpe choque.

— La puta madre. — maldijo por lo bajo mientras bajaba la mirada hacia su abrigo manchado.

— No sabes cuánto lo lamento, ¿te has quemado? — preguntó el hombre, acercándose a verificarlo.

Farfa había visto de reojo a la persona que entró, pero no se detuvo a observarlo, mucho menos luego de que el accidente ocurriera.

Ahora, enfrentado a él, no podía creer lo que estaba sucediendo.

— Está bien, estoy bien. — Farfa respondió, sintiéndose confundido y manteniendo su distancia.

En cualquier otra ocasión estaría irritado, pero esta vez la casualidad llamaba más su atención que el café derramado, que además había arruinando su impecable aspecto.

— Discúlpame, pagaré por tu café. Te invito lo que quieras pedir.

Farfa lo miró con atención, sintiendo intriga en su interior. Esta vez algo lo llamaba a abrir los ojos, a estudiar el misterio de su entorno.

Ya que estaban compartiendo la misma mala suerte, si es que lo era realmente, no vio por qué negarse a la invitación. Además, el dinero no caía del cielo y su café no había sido gratis.

[...]

Desde la distancia, Farfa observaba la conversación del hombre con la cajera como si fuera un detective tras una pista crucial. Sus ojos estudiaban cada gesto y cada palabra, buscando en sus movimientos un enigma por resolver, deseando comprender qué es lo que buscaba hallar en él.

Al finalizar la orden, una sonrisa sutil iluminó el rostro del desconocido y Farfa lo vio caminar en su dirección.

— El pedido tendrá demora porque hay muchos clientes, ¿tienes tiempo para esperar?

— No pasa nada, puedo esperar.

— ¿Quisieras sentarte hasta que esté listo? —ofreció.

Farfa asintió despreocupado. Tomaron una mesa cercana al mostrador.

— Nuevamente, lamento haber ensuciado tu ropa, he entrado muy distraído.

— ¿Vos y yo, no nos cruzamos anoche? — Farfa preguntó, desviando el tema de la conversación abruptamente.

— Bueno, ahora que te he visto creí reconocerte de algún lado, y ya que lo mencionas... creo que así es.

Farfa decidió no mencionar palabra alguna sobre la extraña reacción que había tenido la noche anterior.

— No me he presentado, puedes decirme Rich, ¿tú eres...?

— Farfa.

— Pues, no hemos tenido los mejores encuentros pero es un gusto, Farfa. — sonrió.— ¿Ibas para el trabajo?

Farfa llevó su vista hacia donde Rich miraba, entendiendo que con el aspecto que ahora llevaba esa tarea podía verse afectada.

— Por suerte, no. — rió. — ¿vos?

— En un rato debo ir, pero no estoy tarde.

Temiendo que un silencio incómodo surgiera entre ambos, Farfa decidió seguir con la conversación.

— ¿Y de qué trabajás?

— Pues ahora estoy trabajando en la administración de una empresa, fui trasladado aquí por un puesto mejor. Acabo de mudarme así que he estado muy ocupado, por eso también es que voy tan distraído últimamente. — mencionó, haciendo alusión a los encuentros más recientes que ambos habían tenido.— ¿Qué hay de ti, Farfa?

— Yo trabajo en el correo, hago despachos y entregas.

— Qué guay, ¿te gusta trabajar allí?

— Es... bueno, es lo que hay, ¿viste? No me puedo quejar.

— Comprendo.

Farfa observó a Rich en detalle. Esta vez había luz suficiente como para comprender bien con quién se hallaba.

No fue difícil notar que Rich tenía una mirada profunda y segura, aunque la noche anterior apenas un rastro de asombro se dejaba ver tras de ella. Su cabello era oscuro, levemente ondulado y lo llevaba arreglado, dándole un aspecto formal y más atractivo. Llevaba puesto un traje y Farfa dedujo que era debido al trabajo. Su piel era oscura, con manchas grisáceas repartidas en algunas zonas.

Esta vez había dejado en él una mejor impresión, aunque no olvidaba su extraño primer encuentro.

— Y ahora que te mudaste, ¿te gustó la ciudad?

— Mola mucho. Vivo en un lugar tranquilo así que suele ser silencioso. —comentó.— Aún me cuesta adaptarme, pero estoy contento de estar aquí.

Rich pareció querer decir algo más, pero su nombre fue llamado desde el mostrador. Los pedidos estaban listos.

Se levantaron de sus asientos y Rich pagó por la orden. Farfa lo acompañó en silencio mientras, juntos, abandonaban la cafetería.

Como fantasmas silenciosos, las palabras no pronunciadas flotaban a su alrededor llenando el espacio con una presencia ausente. Eran los sonidos perdidos de lo que Rich deseaba expresar y las preguntas que Farfa no supo formular.

Sólo una casualidad más.

— Bueno, gracias por la charla, y lamento lo sucedido. —dijo Rich, tomando distancia para pronto continuar con su camino.

— No pasa nada, gracias a vos.— Farfa respondió. — Cuidate de no chocarte con nadie, sino vas a tener que estar invitando un café a todo el mundo.

Ambos se rieron.

Rich agradecía que la situación hubiera sido tomada con calma y que el accidente no provocara una discusión, como bien podía haberle sucedido.

— Bueno, Farfa, nos vemos.

Tras el adiós se deslizaron por los senderos de lo incierto, donde el destino tejía hilos invisibles conectando cada paso perdido.

...

Holiss, feliz navidad atrasada muchachos, espero que la hayan pasado bonito y se hayan divertido. Besos y abrazos, cuídense. ♡

Puente a las Estrellas.| FarfaRich. Where stories live. Discover now