𝟬.𝟱 ˗ˏˋ ❝ 𝘐𝘕𝘝𝘌𝘙𝘕𝘈𝘋𝘌𝘙𝘖 ❞ ˎˊ˗

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NARRADOR OMNISCIENTE ━ ━━ a few flowers⋆

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NARRADOR OMNISCIENTE
━ ━━ a few flowers
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Capítulo numero: cinco




LOS DÍAS DENTRO del estudio habían transcurrido con rapidez, consiguiente a ello, los sentimientos entre los dos jóvenes crecieron efusivamente.

Sus amigos, obviamente sonrientes, no tardaron en acostumbrarse a verlos juntos todo el tiempo. Los besos en la nuca se volvieron su día a día, esos cariñitos en el cabello eran fundamentales y los ataques amorosos que de repente sufrían constaban de abrazos de oso que podían durar muchísimo tiempo.

Lo que ellos olvidan era que aquellos gestos siempre eran grabados por sus amigos, pues, aunque al inicio solo se tenía planeada la session, ahora también estaba en los planes que, de los 5 videos, el último video se tratara más de la vida privada del joven, eso conllevaba mostrar las facetas que tenía en su vida y una de las más hermosas salía con Mavei.

Cada frase nueva que surcaba la cabeza del pelinegro contenía como mínimo una referencia que estuviera enlazada con la hermosa morocha. Cosa que decidía mejor guardarse para un futuro, esto se trataba de canciones sobre él y no sobre lo mucho que me gustaba la de rulos.

Tenía que volver a concentrarse en lo más importante de tema: sus canciones.

— Necesitamos un descanso, ¿quién me acompaña a robar la cocina de Mavei? — Biza se quita la gorra para despeinar su cabello.

Los dos castaños menos habladores de la habitación se levantan de su lugar, les dirigen una sonrisa a los jóvenes en el sofá y continúan.

— Ya venimos — dice el manager antes de desaparecer por la puerta.

— Necesito mostrarte algo — Mavei en cuanto queda a solas con el chico.

— ¿Ahora? ¿Ya? — pregunta tragando lo restante de mate en su garganta.

— Sí. Ahora — le quita la bebida de las manos, dejándola en una mesa y entrelaza su mano con la del chico.

Le da algo similar a un recorrido por su casa. Sin embargo, la sonrisa no aparece hasta que llegan a la puerta trasera de su casa, la abre con cuidado dejando a la vista un camino de piedras que termina perdiéndose en algunos árboles a lo lejos.

— No te alejes de mí, ¿entendido? — espera al asentimiento de Milo y avanza.

El trayecto es más acogedor de lo que el argentino pensaba, por eso cuando sale tiene la intención de pedirle a la morocha que regresen. Pero al ver frente a él un pequeño invernadero en forma de casita con sus paredes de vidrio características.

— Se llama Seijaku — continúa su camino, abriendo las puertas del lugar sin despegarse un centímetro.

La boca del pelinegro se abre en forma de sorpresa, el lugar es increíble por donde lo veas, el puente que cruza un pequeño lago en el centro lo hacía emocionarse, cada flor o rama era de diferentes colores, siendo las de color azul las más prominentes, varias de esas plantas colgadas en los techos, y ni hablar de las luces que alumbran el cómodo resiento.

Mavei cierra las puertas detrás de ellos, deleitándose por las facciones que su amigo tenía en el rostro.

— Es mi mayor secreto. Solo Gonza y tú lo conocen — sonríe tímida.

— Me gustas... me gusta — se corrige a sí mismo rápido, sintiendo el calor llegando a sus mejillas.

Mavei muerde su labio inferior, nerviosa — Es hermoso, ¿cierto? — jalando del brazo a Milo, lo acerca a su cuerpo.

El pelinegro rodea a la morocha pasando su brazo por los hombros de ella — Vo' sos hermosa — deja un beso en la nuca de la chica.

Los minutos en la habitación avanzaron, con ello la forma del abrazo, primero iniciaron con el brazo sobre los hombros y ahora estaban unidos en un abrazo hecho y derecho. Las manos de la morena sobre el pecho del chico, su cabeza recostada en el pecho del contrario y las manos del pelinegro en la espalda de su casi algo.

— Esto está mal — murmura, sintiendo el nudo en su garganta.

— Mientras sea malo para los demás y no para nosotros, hagámonos los mudos — mueve sus manos al cuello de la chica, haciendo que sus miradas chocaran.

Los ojos de ambos caen en los labios del contrario, el sentimiento de no saber cuál es el siguiente paso llega a ellos. Nunca pensaron en esto. No estaba en sus planes y mucho menos conocer con la persona que tenían frente a ellos.

Apoyándose sobre las puntas de sus pies, Mavei se aproxima al rostro de Milo poniendo sus manos en el cabello de este y choca sus labios con los de él. Ella siente las frías palmas del otro colocarse en la parte descubierta de su cintura, esa es su señal para mandar sus manos a la nuca del pelinegro.

Efusivos, ambos aumentan el nivel del beso a la par. Por un lado, Mavei provoca que sus lenguas se enlacen, y por el otro, Milo saborea el labio inferior de su morocha.

Entendiendo que es momento de concluir el beso, a la par que sus dientes chocan un poco, ambos se alejan dejando a la vista los labios hinchados en los rostros de los dos.

— Sí... mudos me parece bien — fórmula la castaña, sacándole una risa al argentino.

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𝗠𝗔𝗧𝗘; MILO J ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora