HORA CERO

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Aproximadamente a las 7 de la tarde del día de su vigésimo sexto cumpleaños, en una tarde de viernes que hasta el momento había transcurrido sin ningún incidente en la oficina, Kim Dahyun se dio de narices con los pechos de mujer más perfectos que había visto nunca al desnudo. Dado que toda la experiencia que tenía con ver pechos al desnudo ajenos al natural hasta el momento no pasaba del típico vistazo furtivo en los vestuarios del gimnasio y de la desagradable ocasión en que, a los 12 años, había visto a su abuela cambiándose en la habitación con la puerta entre abierta, quizás aquello no fuera decir mucho.

Los pechos en cuestión pertenecían a una stripper medio desnuda que se le había sentado en el regazo y no dejaba de contonearse al ritmo de una música dance horrorosa que sonaba a todo volumen desde el iPod que había aparecido de la nada en la mesa de su escritorio.

Incapaz de moverse con el peso de la otra mujer sobre los muslos y sin saber bien dónde meter las manos, lo único que acertó a hacer Dahyun fue quedarse sentada y contemplar los pechos de pezones rosados que se zarandeaban delante de su cara.

Eran perfectos, y por un instante de locura, se olvidó de la propuesta que supuestamente estaba redactando y consideró la posibilidad de tomar aquellos pechos entres sus manos. Sin embargo, Dahyun era una mujer de lo más responsable y, además, no era de las que iba manoseando strippers por ahí. Avergonzada de sus pensamientos, la dominó el enfado. Su propuesta era mucho más importante que cualquier emoción barata que pudiera ofrecerle aquella mujer.

"¿Qué carajo crees que estás haciendo?" rugió Dahyun. "Levántate y apaga eso. Ahora mismo."

La stripper de cabello Oscuro sonrió y se balanceó contra su cuerpo.

"Soy tu regalo de cumpleaños."

Alargó la mano, tomó la de Dahyun y la colocó sobre uno de sus perfectos pechos.

"Disfrútame" le susurró lascivamente al oído.

Los dedos de Dahyun se curvaron por instinto al sentir el pezón endurecido de la otra mujer contra la palma de la mano. Respiro hondo por la nariz y repitió:

"Apaga la música. No quiero volver a repetírtelo."

La stripper la miró a los ojos y enarcó una elegante ceja sin moverse de su regazo.

"Yo diría que un poquito sí te está gustando."

Dahyun deseó que la vergüenza no se le notara en la cara.

"Sal de encima ya. Y ponte la camiseta, por Dios."

No había sido su intención ser tan áspera, pero tanta carne desnuda cerca la ponía nerviosa y estaba decidida a no perder el control. Alguien tenía la culpa de aquel mal trago; algún compañero de trabajo idiota que lamentaría haber tenido semejante idea.

Por suerte la stripper pareció entender que no estaba bromeando. Se levantó y se apartó de la silla. Cuando se agachó para recuperar la camiseta que había dejado en el bolso, Dahyun intentó no mirarle el trasero, pero fracasó miserablemente. La stripper sonrió por encima del hombro.

"¿Has visto algo que te guste?"

"Sólo me preguntaba cómo has llegado hasta aquí sin que te detuvieran por prostitución" contraatacó Dahyun, mientras su visitante indeseada se ponía una camiseta ajustada y unos jeans desgastados de cintura baja. "La verdad es lo que parece. ¿El estilo de la ropa es por trabajo o porque te gusta así?"

En realidad, la joven estaba hermosa. Por encima de la cintura de los jeans se insinuaban unas braguitas negras y llevaba en la mano el sujetador de encaje negro que se había quitado al subir a horcajadas de Dahyun. Además, la camiseta de algodón le marcaba los duros pezones.

13 Horas - Adaptación SaidaWhere stories live. Discover now