Capítulo 1: Huevo

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––Es muy feo, ––dijo la chica, haciendo que sus amigas se rieran a carcajadas–– jamás aceptaría una relación con él. ¡Ugh! Eso mancharía mi reputación. Si "acepté" sus sentimientos fue solo por sus regalos caros, ya saben que lo único bueno que tiene es que es millonario, si no fuera por eso sería un pulpo más del océano, ja, ja, ja...

––¿Pulpo? Ja, ja, ja ––se mofó una de las chicas–– los coreanos son muy buenos con sus comparaciones, estas muy informada sobre su jerga.

––¡Por supuesto! Mi viaje está cerca y si aspiro a ser una idol de K-pop tengo que conocer todo sobre Corea.

––Cierto, ¿Ya conseguiste un lugar donde quedarte? ––cuestionó otra de sus amigas.

––Mmm, la renta es bastante cara ––Arrugó su nariz con desagrado al recordar los precios exorbitantes de los apartamentos en Seúl. De pronto, en su mente aguda apareció "una brillante idea", haciendo que sus ojos de ciervo se abrieran de par en par–– ¡Igh! ¡Ya sé! Le sacaré dinero para mi estadía en Corea, le diré que tengamos una relación a distancia para que pague mis gastos, ja, ja, ja ––Sus amigas estallaron en risa, aplaudiendo la astucia de su bella amiga Prim.

El estruendo de las palmas chocándose unas con otras, mitigó el sonido de un triste corazón rompiéndose a pedazos tras la puerta de aquella habitación. Las lágrimas rodaban por sus mejillas níveas, filtrándose en las hondas comisuras de sus labios temblorosos.

––Oigan, ¡no hagan tanto escándalo! Alguien podría oírnos ––advirtió Prim a su grupo de amigas.

––¡Claro, claro! Pero, no te preocupes tanto, si alguien esparciera un chisme sobre esto nadie lo creería, después de todo eres la hermosa y angelical, Prim.

Su cuerpo se enfrió por el hielo mortal de una cruel revelación. Quitó la mano del pomo de la puerta y se dio media vuelta. Caminó por el pasillo oscuro con el enorme ramo de flores que había preparado él mismo para Prim; se sentía patético, así que lo tiró. Miró sus manos heridas y trato de contener el llanto. Se había lastimado los dedos mientras cortaba las rosas para armarle un ramo perfecto y digno de ella.

––Señorito, permítame hacerlo ––le había dicho el mayordomo.

––No, está bien. Si las corto yo mismo tendrá un mayor significado, quiero que mi corazón llegue a ella–– afirmó con una sonrisa brillante, mientras se chupaba el dedo ensangrentado que había sido pinchado con las espinas.

––Mmm, entiendo, pero a este paso no solo su corazón llegará, sino también, toda su sangre y sistema circulatorio–– se agachó frente a él y con un pañuelo le limpió las cortaduras.

––-¿Crees que esta vez funcionará? ––preguntó a su mayordomo, revelando su temor.

––No lo sé, señorito. Pero, espero que ella sea buena...

––Ella es la mejor, es un ángel. ––se apresuró a decir al recordar el rostro de su angelical Prim.


R A M ÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora