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[Soukoku]
[Centro del equilibrio]
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La ciudad se transformó en un sueño invernal cuando la nieve cayó suavemente sobre sus calles y edificios, un manto blanco cubría tejados y árboles, creando un paisaje mágico. Las luces navideñas parpadeaban con un resplandor cálido, reflejándose en la nieve recién caída.

La noche anterior había sido levemente más fría que las otras, por lo que, al despertar y ver el color blanco inundando Yokohama, Dazai no pudo evitar llamar a su novio. No pudieron dormir juntos esa vez debido a la larga jornada laboral del mafioso, pues para poder descansar en épocas navideñas debía esforzarse el triple.

Y nuevamente, Osamu quiso de todo corazón pasar la navidad a su lado, como cuando eran más jóvenes. Las calles se volvieron senderos de polvo blanco en un par de horas, y los transeúntes envueltos en abrigos se desplazan entre copos de nieve danzantes, pues una tenue nevada todavía caía con delicadeza. Se miró a sí mismo en el ventanal de una cafetería, y sus memorias se transportaron al año pasado.

Chuuya y él eran pareja. Pareja oficial, con la aprobación de Kouyou, y bajo la mirada de todos. Hace casi un año decidieron arreglar las cosas entre los dos.

Los escaparates de las tiendas estaban decorados con destellos festivos, y el aroma a chocolate caliente flotaba en el aire fresco. Era un paisaje que nunca se cansaba de ver, aunque prefiriera mil veces el calor en lugar del frío; sólo le gustaba el inverno porque a Chuuya le encantaba.

Y esa era su única alegría de la temporada, porque nunca amó estas fechas como el resto de las personas desde hace 4 años, y ahora finalmente podía decir que le tenía cierto aprecio a las vísperas de navidad. Todo gracias a Chuuya.

Sus pensamientos y recuerdos estuvieron mezclados con las personas que veía riendo, caminando, desayunando o simplemente sentados en una banca mientras disfrutaban del presente; y suspiró. Era un sentimiento raro de asimilar, pero no llegaba a ser triste ni incómodo, más bien era algo que le hacía entrar en calma.

Todos los incidentes, peligros, catástrofes, conflictos y peleas contra otras organizaciones o usuarios con habilidades potencialmente amenazadores habían sido neutralizados. Yokohama estaba a salvo. Los niños y sus sonrisas lo estaban. Se preguntó si Oda estaría orgulloso, Ango le dijo que no tenía duda alguna de ello.

Su mente divagaba hasta que un letrero bastante llamativo en la esquina de la calle atrajo su atención, anunciando sobre una pista de patinaje.

Era mediodía cuando decidió irrumpir en el apartamento que todavía era propiedad de Chuuya, a pesar de que él tenía más de la mitad de sus cosas allí dentro. Quitó sus zapatos y su bufanda para dejarla en el perchero, una adquisición bastante graciosa a su parecer. La calefacción del lugar abrazó su existencia, aunque prefería mil veces el calor del ejecutivo contra su cuerpo.

— Estoy aquí, babosa– anunció con un tono moderado, esperando encontrarlo despierto o por lo menos somnoliento — Ya salió el sol... más o menos, anoche nevó por fin y Kunikida-kun me debe un café por una apuesta que hicimos

No obtuvo respuesta, pero ya se lo esperaba. Durante su estadía en la Port Mafia nunca celebró navidad, excepto por una nochebuena que pasó en el bar Luppin y una navidad con Chuuya, ambas totalmente inesperadas, ya que no era común en él. El punto era comprender el cansancio del ejecutivo, lo necesario que era darle sus merecidas horas de descanso antes de que fuera demasiado tarde y terminara tieso en el piso debido a la falta de sueño.

Blanca navidad // BSD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora