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Shireen entró echando humo a la habitación, Aemond la seguía y llevaba un buen rato intentando tranquilizar toda la situación, pero era imposible, la mujer estaba muy agresiva, era incontrolable.

- Lucerys! Dios! Odio tanto a ese niñato mimado!- escupió con asco y rabia entremezclada, Aemond estaba tratando de aguantar la compostura lo mejor que podía, pero en algún momento iba a explotar.

- Es un simple mimado que lo tiene todo y se cree con el derecho de presionarme!- volvió a ladrar.

Se dejó caer en la cama de mala gana y su vestido se removió. 

- Shireen... Quieres parar de criticar? Lo que pronunciaste fue desagradable.- por primera vez se atrevió a contrariarla, ella le fulminó con la mirada.

- Lo mío fue desagradable? Él es desagradable! Es un simple bastardo! Viste su cuello?! de seguro eso se lo hizo un campesino asqueroso y vulgar...- la mujer fue a seguir escupiendo insultos, cuando Aemond alzó la voz. 

- No seas vulgar! ¿Cómo te atreves a llamarle bastardo? Podrías morir por eso!- la voz era elevada y las palabras eran gritadas con fiereza desde lo profundo de su garganta.

- ¡¿Por qué le defiendes?!- una llantina rompió a la mujer y sus ojos empezaron a escurrir lagrimas.- Aemond, mírame soy tu mujer! Defiéndeme! Deberías de amarme y no ser tan cruel conmigo!- se tiró al suelo y se agarro de los zapatos de Aemond, mojándolos por culpa de las gotas que resbalaban por sus tiernas mejillas.

- ¿Yo soy el cruel? Shireen, me has exigido ser tu estúpido marido perfecto, me has obligado a dejarte preñada, pero ¿Soy cruel por defender a mi sobrino?- una risa agria y sarcástica brotó del interior de Aemond, seguidamente removió el pie del agarre de la mujer con repudio.

- Sabes perfectamente que no le ves como tu simple sobrino... Tu verdaderamente amas a esa escoria, verdad?- los ojos de la mujer tenían toda la mascara corrida por el llanto, lo que le dejaba un rastro de pintura negra por los ojos.

Aemond no respondió. 

- Oh, por dios, vosotros dos sois la verdadera escoria...Las marcas se las hiciste tu...¡Eres igual de vulgar y asqueroso que él!- esas fueron las palabras que bastaron para que Aemond perdiera los papeles. 

- A Lucerys le respetas cuando estés frente a mi! No volveré a consentir, que ni tu ni nadie le menosprecie!- agarró con odio los cabellos de la mujer para hacerla mirarle, ella volvió a llorar del dolor.

- ¡¿Por qué he de respetarle?!- escupió

- ¡Porque es importante para mi!- eso fue suficiente para que la sala se quedase en silencio.

- Jamás te amaré, por lo bella que seas, o por el maquillaje que tengas, porque no eres el ¿entiendes?- Aemond soltó el pelo de la mujer y la dejó tendida en el suelo llorando desconsoladamente.

Así la brecha que hace años quedó cerrada volvió a abrirse, la relación de tío y sobrino volvía nuevamente a ocasionar una separación en el reino, pero esta vez el cielo caería sobre Lucerys y Aemond...¿Volverán a separarse? ¿O esta vez se mantendrán juntos  y darán cara a las adversidades?  Lo cierto era que ya Shireen lo sabía, Aemond nunca la amo y jamás lo hará...

La crueldad brotó en el corazón roto de Shireen.

- ¡Aemond! ¡Si te marchas lo diré todo!- escupió con desespero, buscando algo que hiciese a Aemond retroceder y aferrarse a ella, pero ya no quedaba nada, Aemond no quería seguir aguantando las mentiras, no quería seguir amando a alguien que no quería.

- ¿Quieres dejar de humillarte? Shireen, haz lo que se te plazca, pero jamás volveré hacia a ti...Puedes decir que me acuesto con mi sobrino, puedes gritarlo incluso, pero mientras yo sea querido y respetado en este reino, nadie te creerá- Las palabras resbalaron de su boca con naturalidad, seguido de la declaración, el hombre se marchó para ir a los aposentos de su sobrino.

Skyfall | LucemondWhere stories live. Discover now