Just Rude Notes [BakuTodo]

Capitulo 12: El final de las notitas groseras

- ¿Y tú Bakugou, que elegirás? -Preguntó su tutor.

- Hablaré. -Declaró avergonzado, sonrojado hasta las orejas y frunciendo el ceño en un intento de no sentirse ridículo.

Esa respuesta sorprendió a ambos, pero mientras Shoto se ponía atento, Aizawa hacía lo posible para demostrarle con su lenguaje corporal que estaba sereno y no lo juzgaría o regañaría.

- Bien, te escucho. -Animó el profesor.

- Ocasioné un malentendido con una persona. Después alguien más se involucró sin saberlo y tuve que retirarme para no empeorar la situación o volverla incómoda... -Explicaba mientras en sus gestos se echaba de ver qué trataba de ser ambiguo con lo que decía. - Cuando me fui, me tope con la profesora Midnight y charlé con ella. Ya está al tanto de los detalles de mi situación. -Aclaró esperando no ser cuestionado más fervientemente. - Me aconsejó al respecto y me reprendió con que volviera a clase. Después ocurrió lo del gimnasio y por eso nos encontramos aquí. Aunque eso no fue mi culpa... -Expresó entre dientes eso ultimo con tono molesto.

Para Aizawa aunque no estuviese muy al tanto de la situación, el desenlace tenía sentido, resultaba obvio que las cosas se hubiesen desarrollado así. A final de cuentas Todoroki sí era un chico irascible, aunque usualmente pasara desapercibido por su actitud silenciosa; y por su parte Bakugou era muy orgulloso para dejar pasar por alto las palabras del de doble quirk en el gimnasio.

Tras un suspiro resignado, la voz del profesor se hizo oír. - Si Midnight está al tanto de lo que ha ocurrido con ambos, después hablaré con ella para conocer sus sugerencias al respecto y discutir acerca de cómo poder ayudarlos.

Los jóvenes suspiraron aliviados de no ser interrogados más al respecto y que (por su propio bien) las cosas se dejaran pasar.

- Mientras tanto. -Continuó el maestro haciendo respingar a los muchachos. - Todoroki, tu castigo iniciará en este momento con organizar el pequeño librero interno. -Comentó señalando el mueble de madera al fondo del salón. - Quizás sacudir el polvo en los libros te permita pensar con mayor detenimiento el motivo de tus recientes acciones.

Considerando lo renuente que estaba Shoto en darle sentido a sus pensamientos, tener tiempo en silencio y en soledad, sí resultaba un castigo muy adecuado para el tumulto de emociones que estaba teniendo.

- Y Bakugou. -Continuó ahora hacia él el maestro. - También tendrás que recibir escarmiento por decidir no llegar a la clase ... Le ayudarás a Todoroki, harán el aseo del aula. -Sentenció buscando una franela en el cajón de su escritorio para dársela en la mano.

- ¿Qué? ¡No! -Se quejó el rubio sintiendo su corazón latir más fuerte. - ¡Deme otro castigo! -Exigió desesperado, no soportaría convivir a solas con Todoroki sin haberse mentalizado tras todo lo ocurrido durante el día.

- No, y será también doble si te sigues quejando. -Amenazó extrañado por el intento de negociación. Parecía como si el ojirrojo se sintiera acorralado, algo inusual en su actitud. - Ahora pónganse a trabajar, volveré con el resto de la clase. Y no quiero que vuelvan a ocurrir inconvenientes entre ustedes. -Sentenció y salió del aula.

Al cerrar la puerta tras de sí, el ambiente se volvió denso. Para ser honestos, Todoroki seguía un tanto fastidiado de no haber podido entrenar como esperaba para deshacerse de su frustración provocada indirectamente por el cenizo.

Bakugou por su parte, se sentía muy torpe y expuesto. Aunque no se había delatado de ningún modo, nada había salido conforme a lo que esperaba y para colmo ahora se encontraba castigado en tiempo a solas con el motivo de sus acciones erráticas.

Queriendo que el tiempo pasara más pronto, se levantó de su asiento y comenzó a barrer el salón con la escoba del aula. Por su parte el de ojos dispares comenzó a sacudir con la franela el librero y reorganizarlo, no sin un semblante aún molesto, pero en silencio. Al menos barrer, para el rubio, siendo una tarea tan mecánica y doméstica, le ayudaría a repasar mentalmente lo sucedido sin agobiarse.