Capítulo 36 | Ultrajada

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𝑴𝒂𝒅𝒅𝒐𝒙

El tercer día que paso en el hospital ya puedo hablar y mover mis manos, mis piernas siguen débiles y no debo hacer esfuerzo debido a que tengo una costilla fracturada y múltiples heridas que tardarán en cicatrizar. Lo que se traduce en un cuerpo repleto de hematomas. Aunque los doctores aseguran que me encuentro fuera de peligro debo continuar haciendo reposo.

Cuando abro los ojos ese día, no es a mi padre a quien encuentro, lo cual es extraño porque solo él estuvo en mi habitación todo el tiempo sin apartarse, pero aun así un sentimiento de felicidad y alivio me embarga cuando veo a Matthews.

Matthews... ¿Qué es este sentimiento que me llena de pies a cabeza como una dulce caricia cuando lo veo allí?

Está sentado sobre una silla blanca en una esquina de la habitación, frente a la cama donde me encuentro. Tiene los codos apoyados en sus rodillas y la cara hundida entre sus manos, no supe si dormía pero ante la duda decidí no hacer ruido. Permanecí observando su posición y la forma en que su cabello era un caos por lo revuelto que estaba unos minutos hasta que la necesidad de beber agua fue demasiado. Me moví un poco para alcanzar el vaso plástico pero gemí de dolor en cuanto sentí una punzada en mis costillas.

En un segundo, Matthews estaba a mi lado sosteniendo el vaso y acercándose hacia mí. Lo mire sin dejar de parpadear, entre sorprendida y confundida. Lo tomé entre mis manos, un poco temblorosas quizás debido a los nervios, y bebí de él hasta terminarlo. Dejé escapar una gran bocanada de aire que contuve en mis pulmones y de nuevo me recosté sobre la montaña de almohadas que mi padre había preparado para que estuviera cómoda.

Matthews me miraba, pero lo hacía como si fuera la primera vez que me veía en años, como si me estuviera reconociendo. Sus ojos color chocolate me recorrieron de pies a cabeza, no había mucho que ver porque estaba cubierta con una sábana, pero de alguna forma me sentí expuesta. Como si sus ojos pudieran atravesar la fina tela blanca que me cubría y pudiera ver lo que me habían hecho, cada herida y marca que dejaron en mí.

Él lo sabía. Alguien me sacó de allí y aunque no fuera él, de alguna forma sabe lo que ocurrió, al igual que Levi, se que no es necesario que hable.

Tiene una expresión de dolor en su mirada y cuando sus ojos se posan en mi rostro el mundo entero parece detenerse. Me vi una sola vez frente al espejo, porque una enfermera insistió en que viera la cicatriz y como esta iría avanzando. Pero yo lo sabía, jamás desaparecería del todo, los ojos de él siguieron la marca en mi rostro que iba desde el pómulo derecho hasta por encima de la ceja, tuve suerte de que no tocó mi ojo, solo pasó muy cerca.

Aún así, era imposible no verla. Mide alrededor de diez centímetros.

Está allí y nunca se irá.

Matthews separó los labios pero no dijo nada, formó una mueca con ellos y aparte la vista, muerta de vergüenza.

—Lo sé —murmuré con voz rasposa—. No se ve muy linda ¿cierto?

Intenté bromear, cualquier cosa que aliviara el ambiente tenso que se extendía entre nosotros. Él no dejaba de verme, como si no pudiera apartar la vista de mi rostro desfigurado y el pánico creció. Jamás intenté verme linda para él, para nadie de hecho, pero mi rostro me agradaba, ahora sin embargo... ahora no podía describir lo que sentía cuando recordaba que llevaría una marca a la vista de todos.

—Sé que no es agradable de ver, Matthews —dije con un hilo de voz al ver que él no decía nada—. Pero por favor, deja de mirarme.

De repente parpadeó, como volviendo a la realidad y saliendo del estupor, intentó acercar su mano hasta mi rostro y me alejé de inmediato producto del terror. Él presionó los labios en una fina línea y cerró su puño con fuerza mientras se incorporaba.

Traición y Sangre ✔ [+18]Where stories live. Discover now