01- Un nuevo sabor

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La noche era cálida. A un mes de que empezara el verano, las temperaturas empezaban a subir. Zoro salió de la comisaría tras un estresante día de trabajo. No es que no disfrutara su trabajo, pero lo único que lo arruinaba eran los avisos de gente borracha armando escándalo o aficionados del deporte liándola en plena calle.

En cierto modo, estaba cansado y no tenía ganas de prepararse nada de cenar. Estaba tan metido en sus pensamientos que no se fijó en el camino. — ¿Dónde demonios me he metido?

Al mirar al otro lado de la carretera, pudo fijarse en un letrero de neón. — ¿Baratie?

Ese nombre le sonaba de algo. Pues claro. Era el restaurante que había recibido, hasta ahora, dos estrellas Michelín. Se lo pensó varios minutos. No vendría mal probar algo nuevo de vez en cuando, ¿verdad? En fin.

— Espero que tengan buenos licores.

No tenía nada que perder. Posiblemente, un par de horas de sueño, aunque mañana empezasen sus días libres. Entró al restaurante y se dirigió directamente a la barra, donde se sentó y apoyó sus brazos en la mesa. Un camarero se acercó a él para atenderle. — Bienvenido al Baratie, ¿qué desea?

— Una botella de sake

El camarero le sacó la botella y Zoro empezó a tomar directamente de la botella. — ¿Tienes un mal día amigo?

Zoro levantó la vista. El camarero era un chico rubio de más o menos su edad y una curiosa ceja rizada. — Más bien estresante.

— Puedo darme cuenta por tu forma de beber. Deberías ir más despacio, musgo.

Zoro frunció el ceño. — ¿Qué me has dicho ricitos?

El chico se rió. — Vamos, no te enfades. Es que no he podido evitar fijarme en tu pelo. Es divertido.

— Podría decir lo mismo de tu ceja en forma de espiral.

— Touché.

El peliverde volvió a tomar un buen trago hasta acabarse la botella. — Ponme otra cejillas.

El rubio se molestó. — Oye, entiendo que hayas tenido un día de mierda, pero no tienes porqué hablarme así. Y me llamo Sanji, por cierto.

— Como sea. No esperes que te dé mi nombre también, ricitos.

Sanji suspiró y sacó otra botella de sake de las baldas de atrás. Luego, miró fijamente a Zoro. — Por cierto, tu cara me suena mucho. ¿Nos conocemos de antes?

— No lo creo. He conocido tanta gente que me resulta imposible ponerles cara.

Zoro tomó un trago de sake. — Si que te gusta mucho el sake por lo que veo. ¿Hay alguna razón para ello?

El peliverde sonrió ladinamente respecto a esa pregunta. — Eres muy cotilla, ¿lo sabías?

— Y tú un completo misterio pelo de alga.

Zoro suspiró. — Mi familia es de ascendencia japonesa. Beber este licor me hace estar más cerca de ellos.

Sanji sostuvo su rostro sobre su mano mientras sonreía. — Eso es muy tierno, marimo.

— ¡Deja de ponerme nombres raros!

Sanji se rió sonoramente. Aunque este rubito le hubiera sacado de sus casillas, no podía negar que tenía una risa muy bonita. Podría calificarlo como su melodía favorita, a pesar de conocerlo de unos minutos. Aunque quisiera seguir hablando no podía quedarse toda la noche en el establecimiento. — Bueno chico duro, aunque me gustaría hablar contigo, debo recordarte que esto es un restaurante, no un bar de copas. ¿Vas a pedir algo?

Sabores del corazón (ZoSan)Where stories live. Discover now