𝐌𝐲

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Ayer te soñé, ¿Sabes?...No quería despertar.

Roier se había vuelto demasiado dependiente de sus sueños, y gracias a eso, dependiente a aquellas pastillas

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Roier se había vuelto demasiado dependiente de sus sueños, y gracias a eso, dependiente a aquellas pastillas.

Su departamento era un desastre; había ropa tirada por todos lados, envoltorios por toda la cocina, platos sin lavar, y un muy largo etc.

Si no estaba trabajando, estaba durmiendo. A veces ni eso, múltiples veces Mariana lo encontró dormido en su escritorio.

Como ahora.

── Hey, Roier. ── Lo sacudió un poco. ── Levántate, mien, si el jefe te ve, lo más probable es que te despida.

Roier despertó, y se veía como la mierda.

── ¿Estás seguro de que estás durmiendo bien? Te ves de la verga, sin ofender. ── Solo vió al castaño bostezar y estirarse. ── No puedes seguir así, wey, es como la sexta vez que te encuentro así en la semana.

── Lo siento, es que, Spreen me mantiene ocupado.

── ¿Spreen? ── Preguntó confundido el castaño.

── Sí, me está esperando en ca...sa. ── Se quedó en silencio, viendo a un punto fijo, perdido.

Mariana lo vió sorprendido. No sabía que tenía pareja.

El silencio continuó por unos segundos, siendo roto por el más alto.

── ¿Estás bien, mien?

── Sí, perdón, ¿Qué fue lo qué dije?

── Que un tal Spreen te esperaba en casa.

Roier abrió los ojos como platos. Había abierto la boca de más.

Y no solo eso, empezaba a confundir su realidad con sus sueños. Pero era demasiado tarde para darse cuenta de eso.

── ¿Estás bien? Estás muy raro. ── Esta vez habló preocupado el más alto. Tal vez no era amigos, pero se preocupaba igualmente.

── Sí, sí, solo...ignora lo que dije, seguiré con mi trabajo. ── Contestó poniéndose derecho en su lugar. ── Adiós, Osvaldo, gracias por despertarme.

Mariana abrió su boca para decir algo más, pero la cerró mejor. Se despidió y se fue, dejando a Roier con sus pensamientos.

Y últimamente, eso no era lo mejor.

Roier salió de aquel edificio, su día laboral acababa de terminar

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Roier salió de aquel edificio, su día laboral acababa de terminar.

Pero los efectos secundarios de las pastillas recién empezaban.

── ¡Spreen, hola! ── Saludó contento a la nada.

Nadie le contestó. Y no había nadie a su al rededor.

Comenzó a ir hacia su departamento, era una linda tarde para caminar.

── ¿Qué tal tu día hoy? ── No obtuvo respuestas. ── ¿Sí? Que interesante. ── Respondió. ── ¿Yo? Igual que siempre, lleno de trabajo. Aunque, volví a dormirme hoy, Mariana me despertó. ── Dijo entre divertido y nervioso. ── Sí, lo siento, no volverá a pasar, es que, estoy muy cansado últimamente. ── Habló entre pequeñas risas. ── Oh, eso no suena nada mal.

Y así continuó hasta llegar a su departamento. Las pocas personas que pasaban a su lado, o lo veían raro, o simplemente lo ignoraban.

Fue directo a su cama y se recostó, casi quedando dormido al instante.

Casi, porque el teléfono en la cocina comenzó a sonar.

Se levantó entre quejas y contestó.

── ¿Hola? ¿Quién habla? ── Preguntó tratando de sonar normal, pero estaba realmente molesto. ── ¿¡Mamá!?

¡𝗧𝗲 𝗻𝗲𝗰𝗲𝘀𝗶𝘁𝗼!

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¡𝗧𝗲 𝗻𝗲𝗰𝗲𝘀𝗶𝘁𝗼!

𝗘𝗹 ᴄʜɪᴄᴏ 𝚍𝚎 ოiა 𝐬𝐮𝐞𝐧̃𝐨𝐬. °ˢᵖᶦᵈᵉʳᴮᵉᵃʳ° Donde viven las historias. Descúbrelo ahora