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“Té Con Leche y Miel”
- capítulo 5 -

Miguel no había pasado allí ni siquiera dos semanas y maldita sea, ya extrañaba con locura su casa, las clases empezarían en un par de días y a Miguel aún le costaba adaptarse a la casa de los Hamada, él siempre se caracterizó por su rápida capacidad de adaptarse a su entorno, pero le estaba costando un poco más de lo esperado, por supuesto que el primer par de días todo parecía de en sueño, pasó su segundo día ahí conociendo a pie la ciudad junto a Cass, los mercados y llegaron a toparse a algunos vecinos. ¿Hiro? Él se quedó en casa porque tenía "cosas que hacer".

Sin embargo, el resto de días fue diferente, el café abrió nuevamente y Cass pasaba todo el día completamente ocupada, Miguel pasaba el día solo en la casa, solía dedicar tiempo en ayudar a mantener todo limpio, también a estudiar, a practicar su canto, su baile, su dominio instrumental, los días se fueron volando como las hojas que a veces entraban por la ventana en las mañanas con el viento que avisaba el que pronto sería el inicio del otoño. Cierto, no se había acostumbrado al frío aún, Cass solía burlarse un poco de que siempre llevara un suéter aún si "no había suficiente frío para usar uno", Miguel era de tierra caliente, no podía evitar temblar ante la mínima brisa estacional de la ciudad.

También le costaba dormir, el nerviosismo de empezar la universidad tal vez, o quizás era lo extraño que se sentía en su nueva habitación, aún no lo sabe, pero Miguel ahora suele dormir más tarde de lo habitual aún si sigue despertando como relojito bien ajustado a las siete de la mañana. Pero gracias a ello aprendió algo curioso, Hiro no llegaba a casa todas las noches, Miguel llevaba allí diez días, diez de los cuales tres Hiro nunca apareció, cinco llegó pasada la media noche y dos de esos, entró por la ventana. Raro, pensaba Miguel, entrar por la ventana a tu propia casa era definitivamente raro, sobre todo para un muchacho que aparentaba ser bastante serio como Hiro.

Usualmente Miguel se quedaba despierto en su teléfono, exprimiendo al algoritmo para que le mostrara contenido que lo entretuviera hasta que empezara a sentir sueño, usualmente pasaba un poco antes de que Hiro llegara, por eso nunca lo consiguió usando su teléfono al llegar, al contrario, probablemente el Hamada pensaba que estaba dormido. Así que esa misma noche, cuando ya casi daban las tres de la mañana y su cuerpo aún no parecía querer dormir sin importar cuántas ovejitas Miguel contara, decidió solo tomar su teléfono de nuevo y ojearlo un rato, se puso sus audífonos y se distrajo de su insomnio un rato.

Eso fue hasta que vio una sombra en la ventana, se quitó los audífonos alarmado hasta que recordó que seguramente sería Hiro, se levantó de la cama con cautela y encendió la linterna de su teléfono para iluminar al muchacho, si, en efecto, era Hiro, quien se asustó y encandiló lo suficiente como para tropezar con sus propios pies y caer al suelo de forma chistosa y aparatosa.

— ¿Estás bien? — preguntó Miguel, extendiendo su mano para ayudarle a ponerse de pie, sin embargo, Hiro se puso de pie por su cuenta, así que guardó su mano en el bolsillo de su short de pijama.

— Si, si, no deberías estar despierto a esta hora — Hiro lo miraba de forma acusadora mientras apartaba la luz de la linterna del teléfono de Miguel de su rostro, el morocho alzó una ceja en señal de respuesta, pues quién era Hiro para decirle que no debía estar despierto a esas horas.

— No puedo dormir y me asusté cuando alguien entró por la ventana, así que... — mentira, Miguel no se había asustado... no del todo, no lo suficiente para admitirlo — Bueno... Te dejo dormir entonces, debes estar cansado —.

Hiro evitaba mirarlo, Miguel pensó el primer día que había hecho un pequeño paso en una relación amena entre compañeros de cuarto cuando Hiro escuchó su consejo y subió con ellos a comer, pero al siguiente día Hiro parecía una presa huyendo de su depredador, incluso ahora cuando no se habían visto las caras en días. Miguel solo asumió que Hiro era tímido y que le resultaba incómodo compartir su espacio, lo entendía.

— De hecho, tampoco tengo sueño — Mentira. Y si le preguntan, Hiro no tiene la más mínima idea de qué estaba haciendo, no quería toparse a Miguel, hablar con Miguel, mirar a Miguel, ni siquiera lo estaba mirando en ese momento — Pensaba ir por un bocadillo nocturno de las sobras del café, tía Cass siempre sube algunas para comer — Miguel lo sabía, la había ayudado con eso una vez y había comido deliciosas donas y pastelitos más de una vez, así que sabía de lo que hablaba, ese día la había visto subir roles de canela, a Miguel se le hizo agua la boca de solo recordar lo bien que se veían.

— Si quieres, comemos juntos — Hiro quería solo abofetearse y callarse de una vez.

Miguel sonrió, no esperando eso, pero no sintiendo rechazo, quizás si había dado un pasito aquel día. Asintió con la cabeza — Hoy Cass trajo rollos de canela, se veían increíbles — Hiro solo caminó fuera de la habitación, seguido de Miguel, quien iluminaba el camino desde atrás con su linterna, por algún motivo ninguno encendió ninguna luz, era como si estuvieran yendo a escondidas... Lo cuál era cierto.

— ¿Tomas té? — la voz de Hiro sonaba suave, como si temiera despertar a alguien, aunque a menos que hicieran un escándalo era difícil despertar a la mujer durmiendo en el segundo piso. Hiro aunque había preguntado antes, ya había montado en la tetera agua para dos personas.

— Si, aunque solo con leche — respondió Miguel con la voz igual de suave, dejando en un punto estratégico su teléfono para que iluminara la cocina y sacando de la nevera dos roles de canela los puso en dos pequeños platos, los metió al microondas y presionó los botones para que empezara a calentar.

— A mí tampoco me gusta sin leche, mis amigos se burlan porque dicen que es demasiado occidental para un japonés — Miguel soltó una risita mientras veía a Hiro buscar el té en la alacena y poner a entibiar la leche, para ir agilizando todo, Miguel buscó las tazas.

— ¿Entonces... es una costumbre entrar por la ventana de tu propia casa en este país? — Miguel cuestionó mientras sacaba los postres del microondas, impregnando toda la cocina con el olor adictivo de la masa calentita.

— No, yo... Olvidé mis llaves — se excusó Hiro mientras servía el agua caliente en las tazas y sumergía en ellas el té — No le digas a mi tía que hice eso... Por favor — La leche cambió el color del té y mezclándolo con miel estuvo listo para acompañar los dulces que ya estaban en la mesa, así que Hiro no tardó en llevar las tazas también.

— No tengo razones para hacerlo — era cierto, Miguel realmente no ganaba o perdía nada acusándolo, además que no le interesaba generar discordia en la casa donde él era inquilino — ¿Pero como subiste ahí? Es un tercer piso —.

— Oh, es más fácil de lo que parece, solo hay que perderle el miedo a las alturas... Y tengo un atajo secreto — Hiro rió y Miguel sonrió inconscientemente, tomando un sorbo de té y disfrutando como el líquido calentito bajaba por su garganta y lo hacía sentir tibio y reconfortado.

No hablaron mucho más esa noche, los roles de canela llenaron sus estómagos y el té caliente los hizo sentirse cómodos, era un ambiente agradablemente silencioso, incluso para el Rivera, quién no era muy fanático del silencio. Afortunadamente su bocadillo nocturno los ayudó con su falta de sueño, logrando ambos dormir de inmediato luego de eso.

A la mañana siguiente, cuando Cass despertó, no sabía si enojarse porque ninguno de los dos había lavado sus platos o sentirse feliz de ver dos tazas y dos platos. Hiro había comido anoche con Miguel, eso de alguna forma la hacía sentir en calma, como si un instinto oculto le dijera que las cosas iban bien.

Miguel por otro lado, escondió incluso para él mismo, el sentimiento extraño que le dejó el levantarse por la mañana y volver a estar solo en la habitación, dándose cuenta de que Hiro se había ido mucho antes de que despertara. Anoche cuando estuvo con Hiro se sintió, por un segundo, como un lugar agradable en el que quería quedarse.

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N/A

¡Hola, feliz navidad! Este es un regalo de navidad, de mi parte para quienes leen este fanfic, muchas gracias por leerlo, me hacen muy feliz.

Espero estén pasando una buena navidad, comiendo rico y disfrutando, pasado mañana nos vemos con un nuevo capítulo. <3

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