Capítulo 1: El inicio de todo.

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"Érase una vez, un joven apuesto, inteligente y muy fuerte. Levantaba enormes carretas llenas de bolsas de arroz, con sus pesados caballos ¡Con solo una mano! Eran más de diez animales, no, ¡más de veinte!

Asombraba a todos en la aldea mientras caminaba con su increíble porte, todos lo adoraban y lo llamaban héroe, el más grande de todos. Derrotaba cualquier mal que se interponía en su camino, los dragones más feroces temblaban ante su nombre, nada le resultaba imposible de cumplir, mucho menos tenía miedo alguno."

— ¿Tan fuerte era? ¿Podía incluso cargar mil cabritas?

"¡Por supuesto! Ya te dije, nada le era imposible.

Al bosque sin fin entraba sin temor, vigilar los alrededores y cuidar su pueblo era su deber, fuerte y honesto sin más avanzaba. El mal acechaba pero el a nada le temía, su magia podía protegerlo y eliminar a sus enemigos. Era conocedor de miles de hechizos muy fuertes, era alguien de gran inteligencia.

Los ladrones no se atrevían a poner un pie en su aldea, porque sabían que este joven apuesto vivía y protegía el lugar. ¡Con solo un movimiento de su mano los mandaba a volar! Era un mago poderoso que todo podía hacer."

— ¿Y como se llamaba?

—¡Magnus! ¿Puedes ayudar a tu padre a recoger madera?

Se escuchó una voz femenina quien, en un calmado tono llamaba a su hijo mientras abría la puerta de la habitación. Una mujer entraba, adulta, con un mandil manchado y su mejilla con rastros de harina, indicando que a penas salía de la cocina para ir a llamarlos. Observó a una pequeña, una niña de no más de seis años sentada en el suelo, observándola, y frente a ella un joven rodeado de hojas con diversos dibujos que usaban para sus historias.

— ¡Mamá! Aún no termina la historia, ¿Puedo ir en un momento? —El joven, cuyo nombre era Magnus, suplicó a la mujer buscando convencerla en el momento, debía terminar de contar las asombrosas hazañas de ese mago.

— Lo siento cariño, pero es importante que lo acompañes. El invierno se avecina y necesitamos madera para no pasar frío. Es más, cuando vuelvan habrá una pila de galletas listas para ustedes. ¿Qué te parece?

La oferta era tentadora, Magnus se cruzó de brazos mirando hacia el techo fingiendo pensar seriamente, aunque ambos sabían que iba a ceder ante la sugerencia, nada le gustaba más que lo que preparaba su madre, era un deleite para los niños. Unos segundos pasaron antes de que volteara sonriendo a su madre, aceptando su pedido.

— Está bien mamá. — Respondió mientras juntaba las hojas esparcidas para poder guardarlas y no perderlas, aunque la pequeña niña parecía algo decepcionada, quería continuar escuchando su historia y de eso se dio cuenta Magnus, sonriéndole para tranquilizarla. —Sammy no te preocupes, te quedarás con mi mamá en lo que yo regreso, además, comeremos galletas juntos a la vuelta, no te sientas mal, ¿si?

Algo dudosa termina asintiendo, abrazando una muñeca de trapo antes de levantarse y correr hacia la mujer.

—Asegúrense de cuidarse en el bosque, y no regresen muy tarde.

Comentó la mujer acariciando a la pequeña Sammy con una mano, observaba a su hijo apresurarse en cambiarse, ya sea que estaba ansioso por salir, o ansioso por regresar. En el fondo ella tenía un mal presentimiento, pero no se animaba a decirlo, el instinto de una madre nunca falla.

— Te quiero mamá, no te olvides de las galletas. —Pronunció Magnus ya listo, dándole un beso en la mejilla a la mujer y unas caricias en la cabeza a la niña ya saliendo en carrera por la puerta, cerrándola sin mirar atrás.

Wishful Star: Destino cruzado por las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora