Capítulo 23

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Ava

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Ava

Estaba vagando por los pasillos de la universidad tratando de encontrar a mis amigos.

Había dormido bien, y me había levantado con mejor ánimo. Aunque ahora mismo estaba tratando de evitar a los hermanos por todos lados.

Había visto a Malcom a lo lejos, él también me había visto, pero enseguida había agachado la cabeza, me había dado lástima, sabía que él era sensible. Debería estar triste y apenado.

A Thomas también lo había visto, solo de espaldas, tan imponente como siempre, vestía un traje que lo hacía ver irresistible. Por suerte él no me había visto, sino me hubiese largado a llorar.

Supongo que todos habían decidido darme tiempo, y era lo mejor que podían hacer, mi cabeza era un desastre en este momento, pero ya sabía que haría.

Esperaría unos días y luego volvería a ellos, esperando que me aceptaran y me quisieran.

(...)

2 días después

Todo seguía igual. Veía a los hermanos de lejos y ellos también me veían. Sus expresiones eran siempre las mismas. Me veían con arrepentimiento.

Ahora mismo estaba esperando el elevador de la universidad, esperando para ir al laboratorio, el cual estaba una planta antes de la oficina de Thomas.

Siento un carraspeo detrás mío. Sabía quién era.

Me giro y me hago a un costado. Thomas, Magnus y Malcom estaban ahí. El último se veía destruido, en los otros dos hermanos vi lo que veía siempre.

—¿Cómo estás?—preguntó Thomas.

—Bien—sonreí de forma tensa—¿Ustedes?

—Te extraño, muñeca—murmuró el menor de los hermanos.

Sus ojos estaban llorosos, yo también quería llorar.

Entramos al elevador.

—Tiempo—les repetí.

—Todo el que quieras—dijo Magnus—. Te estaremos esperando.

Los tres me sonrieron. Me daba cosa mirar a Thomas, sentía vergüenza, sabía que si lo miraba descubriría lo que estaba pensando. De alguna forma u otra siempre lo hacía. Era bueno leyendo a las personas.

El elevador se detuvo en mi piso, esta vez los miré a los tres cuando ya había salido de este.

—Cuando esté lista, y me sienta preparada—, hice una pausa—, iré a su penthouse.

Ellos asintieron con una leve sonrisa.

—Te queremos, muñeca.

Hice una mueca con mi cara, yo también los quería.

Hermanos Ricci #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora