Capítulo 35

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Ava

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Ava

Dos semanas después...

Estaba acostada en el sofá de la sala, comiendo mi helado de menta con mi barra de chocolate. Enya estaba a mi lado, estábamos comprando las últimas cosas que mis bebés necesitaban por el ordenador.

Hace unos días habían venido unos hombres a pintar la habitación de mis bebés, había decidido que todo fuera en tonos claros, no quería muchos colores. Los muebles fueron llegando poco a poco, los padres de mis bebés me ayudaron a armar todo, lo hicimos juntos, ninguno quería perderse nada.

Astrid, Enzo y Dante le habían regalado una infinitud de ropa a mi bebés, no me quejaba para nada. Todo era muy tierno. Ver los conjuntitos miniatura de mis bebés me ponía sentimental.

Mamá y papá me habían regalado un cojín de lactancia, y a mis bebés biberones y chupetes.

Me emocionaba mucho saber que mis bebés aún no habían nacido y ya estaban recibiendo todo el amor posible.

Todos mis amigos venían por lo menos tres veces por semana a verme y a merendar conmigo, ellos no se quedaban atrás dando amor a mis bebés y a mi. Emily y Sam se peleaban por quien sería el mejor tío, mientras que Lily, Liv y Sussie habían decidido ser las mejores tías que el bebé tendría.

Papá y mamá se habían "reconciliado" aun no podía creer eso, no me entraba en la cabeza. Si bien ambos habían cambiado un poco en estas dos semanas, yo no lo veía suficiente, la mayor parte de mi vida ellos se la habían pasado discutiendo y que ahora se "amaran" según ellos, era extraño. Papá llevaba tiempo sin consumir, mamá igual, ambos habían decidido arrancar desde cero. Cuando ambos me lo dijeron, no lo podía creer, pero yo no podía decir u opinar nada, era la vida de ambos, y ellos ya eran lo suficientemente adultos para decidir qué hacer con sus vidas.

Él elevador hace un ruido, lo que me indica que gente ha entrado al penthouse, giré la cabeza y ahí veo a Malcom, Magnus y a Alexander. Todos venían de trabajar, por ende, vienen con trajes puestos.

—¿Cómo estás?—preguntó Magnus acercándose a mi. Enya se levantó de mi lado y se fue hacia su habitación.

—Bien, aunque algo incómoda—susurré.

—¿Qué sucede?

Las manos de Malcom tocan mi vientre, lo tenía expreso, tan sólo llevaba un top deportivo y un chándal de yoga.

—Sé se han estado moviendo mucho, sus patadas duelen—me queje.

Malcom se arrodilló frente a mí y llevó su boca a mi panza.

—Bebés, no sean malos con su mami...—dejó leves besos en mi vientre—. Ansío tanto tenerlos en mis brazos.

—Yo también ya quiero tenerlos en brazos, pero aún falta mucho, y de tan solo pensar en cómo van a salir de mi me espanta un poco.

Hermanos Ricci #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora