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¡Finalmente! ¡Había encontrado a la persona que había escrito todas esas notas! La rubia sonrió emocionada y no dudó ni un segundo en acercarse a Ryan. Aquel tampoco dudó un instante en envolverla con sus brazos e ir directo a robarle un largo beso.

—No puedo creerlo, de verdad. Te he buscado toda la Navidad. ¡En serio! Creí que nunca te encontraría.

—Pero lo hiciste, y me alegra tanto que fuera antes de irme... Habrá que celebrarlo más tarde, ¿no?

Clara asintió emocionada y volvió a envolverse en los brazos del chico. Siguieron patinando otro rato, deteniéndose en cada vuelta para darse un beso o para charlar un poco más. Pasados unos minutos, la chica tuvo que despedirse un momento para poder ir a los sanitarios que estaban cerca de la pista.

Entró apresurada, pero era porque quería seguir hablando con Ryan. Quería que esa noche nunca terminara para hacerla sentir que todo, todo lo que estuvo imaginando durante esa temporada no solo había estado en su cabeza.

Ocupó un cubículo vacío y después escuchó que otras chicas entraban desde la puerta principal.

—No puedo creerlo, te lo juro —decía una de ellas con voz de asombro—. Estaba abrazándose con una chica rubia de rizos. Es él, no me queda duda.

—¿Quién diría que te lo encontrarías de nuevo aquí? Pensé que era asunto olvidado —respondió su acompañante.

—Así es él, impredecible. Un mentiroso además. Cuando le dije que amaba la poesía, comenzó unos cursos de escritura par presumirme sus "nuevos manuscritos".

El baño se llenó de risas por parte de ambas chicas, que comenzaban a arreglarse enfrente del enorme espejo.

—Y cuando le dije mi autor favorito sacó libros del hotel donde se hospeda para dedicarme unos... pero tú y yo sabemos lo que es.

—Es patético si lo piensas. ¿Vas de vacaciones y lo único que sabes hacer es engañar mujeres para salir con ellas?

—¡Es lo que digo! Quién sabe qué cosas habrá inventado a esa pobre chica, espero se le caiga ese teatro pronto. Tan mentiroso que dudo si su nombre en realidad es Ryan Kelsey.

Nuevamente las risas volvieron a explotar, antes de que tomaran sus pertenencias y salieran del baño.

Clara abrió el cubículo lentamente, se lavó las manos y miró el espejo fijamente. ¿Era eso cierto? ¿Ryan no era el de las notas? Una pequeña lágrima salió, recorriendo su mejilla y marcando una grieta más en el corazón.

Abrió la puerta del baño limpiándose la misma, sujetando la nota dentro de su bolsillo, como si se tratara de sus ilusiones materalizadas.

—¡Volviste! ¿Quieres otro chocolate antes de volver al hotel? —preguntó Ryan amigable.

—¿Tú escribiste estas notas? —Clara lucía verdaderamente seria, así Ryan levantó las manos en señal de inocencia.

—Te dije que sí.

—¿De qué hablaba la primera?

Al soltar esa pregunta, tenía la pequeña ilusión de que aquella fuera a ser respondida correctamente. Aún en el silencio eterno de Ryan, hubiera preferido que el cielo se apiadara de ella, y entonces cayera la respuesta desde lo más alto de las iluminaciones... pero no fue así.

Clara lo miró como si acabara de hacerle el insulto más grande, y después le dio un leve empujón antes de acercarse a la salida de la pista.

—Oye, oye, oye. Sí, tal vez no escribí esas notas, pero, ¿por qué eso es importante? ¿Por qué eso cambiaría algo de lo que acaba de pasar entre nosotros?

La chica no respondió, y caminó de vuelta a la zona en donde se regresaban los patines. En realidad todo, cambiaba todo. Las chicas lo habían dejado claro, no solamente hacía eso con ella, andaba por todo el pueblo buscando a quién conquistar. Eso explicaba que hubiera sido confundido por un lector en la lista de Brandon.

Ryan ni siquiera hizo el esfuerzo de buscarla, una vez que ella empezó a alejarse hacia la avenida principal. La falta de luces externas, fuera de la pista, estaba provocando que el camino de vuelta se volviera mucho más difícil de transitar. Se quedó un instante reflexionando sobre lo que debería hacer.

Sin ninguna duda decidió concretar el primer plan que se le vino a la mente, así que tomó su celular, marcó un contacto, y después de unos segundos de charla y unos minutos de espera, Luis se notó a la lejanía, llegando son su motor ruidoso y los faros dándole justo en la cara.

Nuevamente, el aire acondicionado la recibió como un abrazo, al igual que la mirada de Brandon, que era, al mismo tiempo, reprobatoria y familiar.

—¿Resultó ser un idiota? —preguntó mientras empezaba a incorporarse de vuelta a la vialidad.

—Más que un idiota. —Mientras se colocaba el cinturón de seguridad, otra pequeña lágrima se le escapó.

—Oh, Dios, ¿tan malo fue?

—¡Él toma vacaciones para engatusar ilusas... como yo!

Brandon dio un leve golpe a su volante y después se concentró para tomar correctamente una intersección que comenzaba a quedar borrosa por la nevada.

—Clara... sé que va a sonar estúpido querer mirarlo de la forma amable... pero, ¿te das cuenta de lo que esto significa?

—¿Que nunca podré tener una cita decente en Navidad?

—No. —La luz de un semáforo se puso en alto y el auto detuvo su marcha—. Que es Ramiro.

—¿Cómo?

—Sí, tan solo falta que vayas y le des el visto bueno. Pero es Ramiro, él es el que te ha mandado las notas. Todos los sospechosos se han ido.

El motor fue lo único que abrazaba el silencio hasta que la luz verde iluminó sus rostros.

—Es cierto... encontré al chico de las notas.

 encontré al chico de las notas

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A Holly Jolly Love Story ❄✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora