𝗡𝗢𝗧 𝗕𝗬 𝗧𝗛𝗘 𝗠𝗢𝗢𝗡 ||The Good Bad Mother||

Capitulo 4

—¿Soy tonto? —la pregunta de Kang-ho la sacó de órbita.

—¿Qué?

—¿Soy tonto? escuché a mi mamá y a la doctora decirme así.

Anteriormente, él había ido a su casa y ambos se quedaron afuera acostados en la gran mesa del patio, con unos lentes de sol porque la luz estaba muy fuerte.

—Claro que no eres tonto —se sentó mirándolo y se quitó los lentes.

—¿Entonces por qué me dijeron así?

—Cómo te lo explico —susurró haciendo una pose pensativa— tú tienes 35 años ¿lo sabías?

—Sip, mamá me lo dijo.

—Y ahora, por el accidente, tienes 7 años ¿me entiendes?

—Sí.

—Un adulto de 35 años sabe más cosas que un niño de 7 años. Ellas no se referían a que eras tonto, sino más bien a que todos tus conocimientos se borraron. Por ejemplo, yo antes sabía dibujar, pero dejé de hacerlo y ahora mis dibujos no son muy buenos. ¿Me entiendes?

—Sip, te entendí.

—Así que no te sientas mal por eso ¿okey?

—Niños ¿quieren comer? —Goo asomó la cabeza por la puerta.

—¡Omma! hace años no escuchaba que dijeras eso —se rió Yu-na.

—¿Comer que? —Kang-ho ladeo la cabeza con curiosidad.

—Lo que quieras.

—Me gustaría comer cereales.

—¿Tenemos eso? —susurró la mayor para si misma— ¡ya mismo los traigo! —se fue.

—¿Te gustan mucho los cereales?

—Casi nunca los como, mi mamá me da más que todo arroz, pero me gusta el sabor de los cereales. ¿A ti te gustan?

—Son ricos.

—¿Cuál es tu comida favorita?

—La pizza.

—¿Pizza?

—¿La has probado?

—No...

—Te llevaré a comer pizza un día de estos entonces.

—¡Genial! pero hay que pedirle permiso a mi mamá y no sé si me deje.

—Te dejará, ya verás.

Buscaba la salida del hospital porque se había perdido, su mirada viajaba de izquierda a derecha intentando encontrar el letrerito de "exit", pero este pareció volverse invisible en medio de la búsqueda.

—¡¿Mamá?! ¡¿mamá?! —los llamados del chico resonaban por todo el hospital sin tener éxito de encontrar a su madre. Las lágrimas amenazaban con salir y estaba a punto de comenzar a temblar— ¡Yu-na!

Antes de poder reaccionar, unos brazos la rodearon por la cintura, Kang-ho, agitado, la estaba abrazando y ocultando su cara en su abdomen.

—No encuentro a mi mamá, me abandonó —comenzó a decir, intensificando su agarre en busca de sentirse seguro.

Yu-na puso sus manos sobre su espalda y la acarició con delicadeza, esperando que se calmara tan siquiera un poco.

—¿Qué te dijo que hicieras si no la encuentras?

—Qué buscará en la granja —explicó— y que la llamara.

Ella se apartó suavemente del abrazo, se inclinó hacia delante y tomó el celular que el chico tenía colgado en el cuello.

—Oh.

—¡Kang-ho! —Young-soon corrió hacia él y lo abrazó preocupada.

—Olvidé llamarte, mamá —se veía más calmado a comparación de unos segundos— Yu-na me encontró.

—De hecho, él me encontró a mi —sonrió ella ligeramente.

—Gracias, Yu-na —sonrió también, aliviada— ¿Qué haces aquí?

—Tenía unos exámenes de sangre —se quitó la chaqueta negra mostrando una curita en su brazo.

—Oh ¿estás enferma?

—No lo creo. Es algo que suele hacer cada cierto tiempo.

Su teléfono sonó.

—Nos vemos luego.

—Esto ya es personal.

De nuevo, Kang-ho se había caído sobre ella con todo y silla de ruedas por andar exageradamente rápido.

—Un día de estos me vas a matar con una atropellada de estas —fue lo que dijo cuando él se sentó de nuevo.

Pero mientras ella se ponía de pie y se sacudía la ropa, Kang-ho explotó en llanto y se fue rápidamente. Yu-na tuvo que perseguirlo preguntándole que le pasaba, pero no recibía ninguna respuesta.

Hasta que lo alcanzó y agarró la silla fuertemente, haciéndolo ir para delante, pero al menos lo pudo parar.

—¿Qué es lo que te pasa? —se tuvo que arrodillar frente a él y tomarle las mejillas porque estaba hiperventilando.

—Mamá me dijo que soy mala persona, le hago mucho daño a los demás y los hago sufrir.

—No, no, Kang-ho. No eres mala persona. Todos cometemos errores.

—¡Soy una persona horrible! ¡merezco morir!

Yu-na lo miró llena de sorpresa, simplemente no podía creer lo que había dicho, la había dejado sin palabras, así que lo único que pudo hacer fue traerlo hacia ella y abrazarlo fuertemente, mientras él escondía su cara en el hueco de su cuello sin dejar de llorar. Ella le acarició la espalda, sintiendo una especie de conexión que provocó que sus ojos se cristalizaran.