Kang-ho se ha convertido en un hombre frío, ambicioso y además corrupto después de años llenos de presión por su madre. Sin embargo, un día tiene un accidente de automóvil que lo pone al borde de la muerte, y tras despertar del coma, ha perdido la m...
Yu-na y Kang-ho miraban el horizonte, no se encontraban muy lejos del pueblo en ese momento. Ambos vestían de forma elegante pues Kang-ho llevaba un traje negro y Yu-na tenía un vestido blanco.
Él aprovechó la distracción de su prometida mientras le tomaba una foto al paisaje, y trajo al pequeño cerdito. Yu-na guardó su teléfono en el bolsillo de su vestido y acarició al cerdito mientras sonreía.
—¿Así fue como lo hicieron tus padres?
—Si.
Kang-ho retrocedió unos pasos y dejó al cerdito en el suelo, esperando que este se acercara a Yu-na como lo habían practicado anteriormente, pero el cerdito se siguió derecho corriendo con sus patitas.
—¿Y de casualidad esto también les pasó? —ahora la pareja corría detrás del animal como podían. Pues los tacones de Yu-na se enterraban en la tierra y a Kang-ho le daba miedo que fuera a caerse.
Persiguieron al cerdito hasta que llegaron al pueblo, justo donde So y Cha miraban como la Yakuza casi se llevaba a la señora Jo (quien había dejado ver su rostro por primera vez).
—¡Atrápenlo! —exclamó Yu-na señalando al cerdito.
Y es que todo se volvió muy cómico, tanto que Yu-na tuvo que detenerse a mirar la escena con gracia y a tomar aire.
Junto a Kang-ho, se habían puesto a correr So, Cha, Yong-rak y los hombres de la Yakuza; todos detrás del cerdito.
—Yu-na —sonrió la mayor tocando su hombro— estoy embarazada.
¿Escuché bien?
—Dios, señora Jo, que alegría —le dio un abrazó emocionada— ¿le parece celebrar después? Es que tengo que seguir corriendo —se quitó los tacones para llevarlos en las manos— ¿o gusta acompañarme corriendo?
—No, yo mejor me quedó aquí —sonrió.
—Okey —avanzó un poco, pero se detuvo, haciendo un gran corazón sobre su cabeza— felicidades, y usted es muy hermosa.
Después, siguió corriendo.
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—No pensé que atrapar un cerdo era tan difícil... —murmuró agarrándose de sus rodillas para recuperar el aire.
—Shh, hagan silencio que ya la escuché.
Murmullos como esos llamaron su atención, se dirigió allí y todos saltaron repentinamente de su escondite tirándole confeti, pero seguía confundida, hace nada estaba persiguiendo al grupo de hombres que se le había perdido de vista y ahora le habían tirado confeti a la cara.
Kang-ho se le acercó con el cerdito en los brazos, pidiéndole que le quitara el listón rojo que tenía en el cuello.
