Max terminará profundamente enamorado del bonito chico de pecas que llegó de intercambio a su escuela, su "primer' y único amor adolescente.
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- "Say yes to heaven, say yes to me."
Max contó mentalmente, terminó por acercase aún más. Cerrando sus ojos a la par que juntaba tímidamente sus labios con los de Sergio.
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El beso iniciado por el rubio fue dulce y gentil, nada de meter lenguas ni nada de eso (aún).
Pudo sentir que sus orejas arder al sentir que el otro chico lo correspondió de la misma forma. Ambos habían olvidado el lugar donde se encontraban, dejaron de escuchar el escándalo de alrededor, solamente eran ellos dos.
Era como si estuvieran solos en alguna habitación, todo era tan bonito y mágico.
El movimiento tan sincronizado de sus labios, sus mejillas ardiendo, incluso Sergio tuvo que apoyarse sobre sus rodillas para una mejor comodidad. Ambos estaban disfrutando tanto ese beso.
Se separaron por la leve falta de aire que ya estaba haciéndose presente.
Se miraron por unos cuantos segundos más antes de que el pecoso se aventara cuidadosamente sobre el contrario escondiendo nuevamente su rostro entre su pecho y chaqueta. La vergüenza ya hacía acto de presencia.
Max solamente pudo colocar sus manos sobre la espalda de Sergio, acariciandolo suavemente. Ambos se hundieron en un cálido abrazo, ninguno se animaba a hablar.
— Sergio...Yo..Lo siento, de verd..– no terminó de hablar debido a un dedo que se posó sobre sus labios.
El antes mencionado solamente soltó un leve suspiro.
— Está todo bien. –
El silencio entre ellos volvió a reinar. No era incómodo, ambos trataban de pensar claramente sobre lo que acababa de pasar.
— Max. – llamó el pecoso.
— Dime. –
— ¿Puedes besarme de nuevo? –
Esto tomó por sorpresa a Max, ¿el beso había sido tan bueno como para repetir? Ahora se encontraba sentado, sus piernas totalmente estiradas y con Sergio entre ellas aún escondiendo su rostro.
Tomó cuidadosamente la nuca del chico, levantando su rostro para poder verlo de cerca. Aquellas pecas que tanto había deseado tener cerca, estaban ahí. Los ojos cafés de Sergio eran tan brillantes como dos bonitas perlas, sus labios ahora estaban ligeramente rojos, seguramente por morderlos por los nervios del momento.
Quería mirarlo por más tiempo, pero también quería cumplirle el deseo a Sergio.
No lo pensó más y volvió a unir sus labios con los de Sergio. Ésta vez con más confianza, la reacción del otro fue por subir sus manos hasta sus hombros. Volvieron a sentir chispas salir hacia todas partes, definitivamente estaban disfrutando aún más ese segundo beso.
