𓂃 ࣪˖Capítulo 17. ִֶָ𐀔

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૮꒰ྀི⸝⸝LALISA MANOBAL⸝⸝꒱ྀིა

Me llevé la mano a la cabeza mientras revisaba las respuestas de mis alumnos, aquellos ya habían salido del aula, así que tenía tiempo de sobra, la segunda hora aún no tocaba. Pero era un tiempo perdido intentar concentrarse porque mi cabeza no tenía espacio para eso ahora.

Estaba pensando en la fiesta de los profesores y también en el asunto con Jennie, en el error tan grande que cometí para llegar a esos límites, cosa que yo antes evitaba y ahora ocurrían como si fuese parte del destino, ese poder estaba en mis manos y yo lo estaba dejando escapar.

El dolor de cabeza era punzante, no quería estar ni un segundo más en esta silla, quería llegar a mi casa y cancelar la cita de ir a esa fiesta, porque mi mente no estaba preparada para eso.

Me estaba terapiando siquiera para poder darle clases a mis alumnos, estaba tan sumergida en mis propios pensamientos que le dije a Rosé que si iría sin pensármelo, o quizás si era mi propósito, pero Jennie lo arruinó.

Yo misma lo arruiné.

–¿En qué tanto piensa nuestra profesora Manobal? —preguntó Rosé, entrando al aula y sacándome una pequeña sonrisa—. ¿Interrumpo?

—Para nada, terminaba de corregir estos ejercicios, ¿tú qué?

—Yo solo paso a confirmar tu asistencia a la fiesta de esta noche o reunión privada, como le prefieran llamar —al notar mi cara, Rosé se cruzó de brazos inconforme—. No me salgas con que no vas, porque me enojaré muchísimo contigo si es así.

—Vas a pasarla superbién sin mí.

—No, no la pasaré superbién sin ti, eres mi amiga, Lisa. Tengo más tiempo aquí y con la única que hablo de esta manera es contigo, no me falles —sostuvo mi mano entre la suya—, vamos, levanta ese ánimo, ¿algo ocurrió que te tiene así?, ¿es Jennie otra vez?

—Rosé —aparté mi mano—, en este caso no es Jennie, soy yo, me siento rara desde anoche.

—¿Algo que ver conmigo?

Fruncí el ceño, —No, tú no has hecho nada —pude ver como se sintió más aliviada, eso me extraño—. Si me siento mejor prometo presentarme.

—¿Segura?

—Segurísima, tranquila, tomaré dos pastillas para eso.

—Me parece maravilloso, me esperan en dirección, pero ya sabes —dejó un beso rápido en mi mejilla y se marchó.

Rosé así como puede ser una gran amiga, también puede ser una muy extraña. A veces sus conductas o sus palabras hacia mí parecen tener doble intención.

Volví a mi trabajo.

La segunda hora pasó igual de lento que la primera, se me hizo eterna, pero cuando finalizó agarré mis cosas y sin pararme, me dirigí a mi coche. Estaba evitando a Jennie de igual manera, no quería encontrármela, me daba vergüenza mi conducta de anoche, quizás ella no sabía nada de lo que hice, pero eso no quitaba el hecho de que me sentía incómoda.

Mi imaginación en estos momentos era mi peor enemigo.

A punto de abrir la puerta de mi coche, una mano se posó en el cristal, era una mano masculina, solo sentí el perfume para girarme y ver a William ahí parado. Pasé saliva y solté un suspiro, notando el vaho salir de entre mis labios debido a las temperaturas. Me sentí incómoda con su presencia, lo quería lejos de mí por el momento, pero parece que el buscarlo, empeoró las cosas.

—¿Qué haces aquí, William?

—Ya que tu cabeza es tan dura, supuse que no me buscarías —chasqueó la lengua—. Y yo quiero estar cerca de ti, ahora más que nunca.

Jupiter. (Jenlisa)Where stories live. Discover now