(REESCRIBIENDO) Reencuentro - Tigry x Foxy

𝐗𝐈𝐕 - 𝐖𝐢𝐧 𝐖𝐢𝐧

-Lucella's Awedid National Militar Base of Awedid-

P.O.V Foxy

Nuestra Navidad fue feliz, aunque no fue como siempre, pero fue increíble. Hicimos mucho, pero aún tengo que hablar con Rash y Doggy. Me dirigí a donde estaba Daniel, es decir, su habitación. Toqué la puerta, esperando que me abra y deje entrar. 

Me terminó por abrir la puerta, dejandome ingresar a su recámara.

---Hola, Freddy. ¿Qué te trae por aquí?

---Hola, venía a preguntarte; por qué ayudaste a Rash? ---Preguntó normalmente.

---No creo que lo quieras saber.

---Oh, créeme, lo quiero saber, Dan.

---... Mira, ¡te amo! ¡Más de lo que el tigre pudiera!

¿Qué...? El ha de estar bromeando. Reí nerviosamente, haciendo que el can me mirara de una manera horrenda, y me di cuenta de que no era broma. Pero nadie ha muerto por preguntar, y pregunté.

—Es broma... ¿Verdad? Dime que lo es, me quiero reír.

—No, y tú me amas, ¿verdad?

—No te quiero hacer sentir mal, pero yo amo a mi tigre...

Él sacó un cuchillo de carnicero, y lo puso cerca de mi cuello.

—Mira, tú a él... ¿Qué digo él? A nadie le puedes hablar sobre esta... Pequeña conversación que tuvimos, siempre te puedo ver.

¿Heh? ¿De qué está hablando ahora?

—Habla de esto y nada terminará bien para tí, y menos para Tiger.

—Yo pensé que eran amigos...

—Lo mismo pensé yo... Pero se enamoró de vos. Volviendo al tema. No le puedes decir nada a él, ¿me entendiste?

Yo no sabía que pensar, y no tuve ninguna otra cosa que decir, me quedé paralizado por un minuto, minuto en el cuál mi mayor se dedicó a mirarme fijamente, sin alejar sus ojos de mí. No tenía nada mejor que decir, además que por el hecho de aún sentirme amenazado por Daniel y su afilado y brillante cuchillo de carnicero. Mi mente empezó a conectar los puntos; la pelea con Mark y el secuestro de mi tigre... sólo se me ocurrió una cosa para decir.

—Tú planeaste mi pelea con Tailor para separarnos y luego como no funcionó lo secuestraste para separarnos.

—Bien, ya piensas un poco más...

Alejó su terrorificamente peligroso cuchillo de mi cuello, y se paró frente a mí, agarró mi mentón y me hizo mirarlo fijamente.

—¿Sabés qué me gusta de tí, cariño? Eres inteligente cuando lo tienes que ser, me sorprendes —Habló con naturalidad, cómo si nunca lo hubiera amenazado—.

—¿Disculpa? —Dijo indignado— ¿Esperabas menos de mí?

—¿De un zorro? Sí, menos.

Lo miró con desprecio—Los zorros son astutos, por si no te enteras.

Me examinó de pies a cabeza, y me dejó ir, sin decirme nada más. Fui con Rash, ya que era mi segunda e última parada.