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No hay ningún sitio donde puedas ir, pero porque querrías irte n primer lugar.
Acorralada entre ellos, sientes dos latidos. Uno lento y estable, uno excitado y lleno de alegría.
Suguru te mantiene a salvo, Satoru te mantiene caliente. La diferencia es fugaz.
Se sujetan a ti como si fueras un habito que no quieren romper, un vicio que es imposible deshacerse por completo.
Y te besan. Dios, como te besan, ninguno de ellos ha levantado su boca de tu cuerpo por lo que parecen horas.
Glorioso, una agonía increíble.
Los besos rápidos de Satoru contrastan perfectamente con los lánguidos y relajados mordiscos de Suguru, dos pares de manos descubren el resto.
— Esto es el cielo — suspiras — he muerto y he ido al cielo
— ¿De que estas hablando? — La lengua de Satoru se desliza suavemente sobre la punta de la tuya, Sus increíbles zafiros a los cual llama sus ojos brillan sobre ti, llamándote tonta. Uno dulce y sabes lo mucho que le gustan las cosas dulces
— Tiene razón — susurra Suguru mientras sus manos elegantes se pasean masajeando tu espalda, contando tus huesos, uno a uno — Tiene que serlo
Sus labios aterrizan en tu templo, te besa tan gentilmente que casi te derrites
— ¿Esto es todo lo que deseabas? — Te pregunta, te mira a los ojos, te tienes que inclinar hacia atrás un poco para verlo mejor.
Satoru usa tu movimiento para apoyar su cabeza debajo de tu barbilla, Su cabello blanco que te hace cosquillas en la cara es tan ligero como una pluma, tan suave que podría ser rival del pelaje de una gatito. Si no lo conocieras, pensarías que habría empezado a ronronear como uno
Mientras Suguru solo te mira en silencio con sus ojos marrones oscuros de asombro, profundo y melancólico, tan lleno de historias , sueños y deseos. Te sujeta como si fueras algo delicado y aun así puedes sentir su propia fragilidad en la suave piel de sus dedos. Te cubre como una vitrina cubre una joya preciosa, dura, brillante y preciosa como un príncipe y aun así tan frágil.
El aire en tus pulmones se escapa cuando toca tu rostro de nuevo, captura una lagrima solitaria en tu mejilla con sus labios.
— Lo es — te escuchas a ti misma, te sale casi como un susurro.
— Oh no, no llores — murmura Satoru, sus ojos son mas grandes ahora, asombrados y un poco confusos — Por favor dime que son lagrimas de alegría
— Lo son — le dices con una sonrisa, tomas su bonito rostro entre tus manos y besas sus labios de nuevo para asegurarle . Su sonrisa vuelve al instante y lo hace su disposición de acercarse mas y mas a ti, casi no hay espacio entre los dos ahora
Puedes ver la mano de Suguru atravesar los cabellos como la seda de la cabeza de Satoru, la vista hace que tu corazón se hinche. Inhalas sus dulces aromas, sientes sus suaves labios de nuevo, Satoru en tu cuello mientras que Suguru ha movido su rastro para contar todos y cada uno de los lunares en tu cuerpo
Vaya mundo van a encontrar si siguen actuando así, si siguen descubriéndote. Se toman su tiempo para dibujar un mapa esa vasto e interminable territorio que eres. Cualquier secreto que tengas, esta noche lo desenterraran todos.
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