6: Excepto contigo

282 43 2
                                    

Adara

Estoy en mi cubículo, revisando expedientes y cuando visualizo a Lott pasar por el pasillo, me levanto rápido a enfrentarlo.

—¿Dónde está mi arma?

—¿Qué? —expresa el rubio.

Lo agarro de la ropa.

—¡¿Dónde está mi arma?! Sé que te confabulaste con Gutiérrez, tienes suerte de que no haya dicho nada, pero...

—¿Qué está sucediendo? —Llega el jefe, Likos, y nos separa—. ¿Por qué pelean?

—Me robó mi arma reglamentaria —lo acuso.

—Ya están grandes para pelearse por cosas como esas.

—Pero jefe...

—Nadie quiere oírla, señorita Kyleth, suficiente con su presencia.

Presiono los dientes, pero no lo respondo a su provocación, no lograrán tener una excusa para quitarme del caso.

—Mis superiores sabrán de esto —le aviso de mi unidad en la ciudad.

—No me importa, solo consigue otra estúpida arma y ponte a trabajar. Aunque mejor vuelve con tus amados superiores y déjanos en paz.

No le respondo esta vez y sigo con mi camino. Esta tarde buscaré un arma de repuesto. Por ahora me centraré en otras cosas. Visitaré mejor el pueblo y conoceré un poco más el lugar. Necesito relajarme, alejarme de toda esta gente con malas vibras.

Salgo del edificio y veo un vehículo negro estacionado, el cual cuando comienzo a avanzar me sigue, así que me detengo.

Me sobresalto cuando se abre la puerta, pero resulta ser Cainán. Es de día, pero lo reconozco, es B, es el único que me seguiría de sus dos personalidades.

—Así que no tiene nada que ver con el día y la noche —bromeo, pero estoy un poco decepcionada.

Se ríe.

—Me hace feliz que te des cuenta quien soy.

Frunzo el ceño.

—Me tendiste una trama, ¿por qué? —pregunto, aunque sospecho que fue porque no le hice caso.

—Claro que no, solo coqueteaba contigo y los mafiosos imaginaron cosas.

—Sabías que nos vigilaban e igual lo hiciste a propósito.

—¡¿Me estás acusando?! —Exagera sus expresiones—. ¡Me rompes el corazón!

—Nadie te cree ese drama. —Giro para irme—. Me largo, me tomaré el día, así que no necesito interrogarte ni lidiar contigo. —Me agarra de la mano, entonces me doy la vuelta, enfadada—. ¡Te dije que...! —Freno, sonrojándome, cuando me suelta y me percato que ha cambiado.

—Lo lamento —declara con un gesto frío—. Siento si B te incordió.

—N... No hay problema. —Pongo un mechón castaño detrás de mi oreja y bajo la vista, notando el calor en mis mejillas—. Siento gritarte.

No me había dado cuenta hasta ahora, pero mi humor cambia con A. No debería involucrarme así, estoy en medio de una investigación policial. Además, Cainán es un sospechoso. Sin contar que me estoy tomando su cambio de personalidad muy natural y es una situación bastante compleja para siquiera plantearla.

Veo que regresa a su auto, así que lo sigo. No debería, pero el sentimiento es más fuerte que mi fuerza de voluntad.

—¿A dónde vas?

Cielos, parezco estúpida.

—Vuelvo a la empresa —me cuenta de manera cordial.

Al fin me responde amigable.

—Acompáñame.

Enarca una ceja.

—¿Por qué?

—Para salir de sospechas deberías ser amable conmigo y ser mi guía en Norville.

—No soy guía turístico y me parece muy bajo que utilices tu posición de oficial para chantajearme.

Suspiro.

—Sí, lo siento. ¿Me acompañarías? —insisto.

—¿Por qué? —repite.

Ahora mis mejillas ya no arden, ahora queman.

—Pues... No me llevo bien con nadie en Norville, excepto contigo.

Se forma un silencio en el que me mira muy fijo, lo que me pone nerviosa, pues su mirada es muy penetrante e hipnotiza.

—De acuerdo —se limita a decir.

No puedo disimular mi emoción.

—¡Oh, cuánto me alegra, gracias! —Agarro su mano, entonces cuando reacciono, lo suelto—. Perdón —expreso, avergonzada.

—Insisto, combinas demasiado con B, tienes exceso de confianza.

Ruedo los ojos.

—B es un imbécil.

—Gracias —dice con sarcasmo.

—Lo lamento, eres tú, pero es que... me tendió una trampa —aclaro.

—Entonces yo también lo hice, así que no deberías confiar en mí.

Suspiro.

—Tienes razón, pero...

—Sí, lo sé, todos te tratan mal. Aunque si mal no recuerdo, también lo hice.

—Me advertiste y yo me lo tomé como una amenaza, estabas en todo tu derecho de enojarte, los demás me tratan mal solo porque sí.

—Mejor dejemos de hablar, y visitemos Norville, antes de que me arrepienta.

—Sí. —Asiento.

Entonces nos vamos en su coche.

Tú y yo paranormalWhere stories live. Discover now