13: El mismísimo Norville

201 34 14
                                    

Adara

Hay muchas formas de bajarle la calentura a una mujer y esta es una de ellas, al menos para mí. Hay hombres tercos y luego está Cainán. Qué insistente con eso de ser sobrenatural. Y sé que no es un jueguito o una fantasía sexual, porque se nota que lo dice muy en serio. La culpa es mía por interesarme en una persona que no se encuentra bien de la cabeza.

—¿En serio? ¿Otra vez con eso? —Enarco una ceja—. ¿Sabes qué? No me respondas, fue un error venir aquí. —Pongo mi mano en su torso e intento apartarlo—. ¿Te alejas? Te lo agradecería mucho.

Me mira fijo y el color avellano de sus ojos cambia a rojo, como en mi pesadilla. ¿Acaso me estoy volviendo loca? Debí haberme ido de Norville hace rato, decirles a mis superiores que esto no era para mí. Lo sé, lo presentí. Algo está muy mal con este caso. Cainán Done es la prueba de ello.

Me quedo quieta buscándole la lógica al brillo. Como si lo supiera, se enfada por eso y golpea la pared, rompiéndola, dejando un agujero allí, así que me quedo con los ojos bien abiertos, en un estado de shock indescriptible. Llega otro silencio hasta que Cainán se decide a hablar, pues yo ni loca lo iba a hacer.

—¿Ahora me crees? —consulta.

Su mano no tiene ni una pizca de sangre, no se ha roto ni un solo dedo. La pared parece destruida por una moledora, porque se ha resquebrajado hasta el techo. Mi mente sigue buscando la lógica a todo esto, pero no la encuentra. No creo que porque el concreto sea viejo pueda romperse así, además hay edificaciones antiguas que son más resistentes que las actuales.

—Yo...

—¿Qué tengo que hacer para que me creas? ¿Quieres que te arranque la cabeza? ¿Deseas que te muestre mi verdadera forma? No vas a poder dormir en días, te lo juro —advierte.

Lo empujo y me aparto de su cercanía, doy pasos hacia la puerta, pero me giro para mirarlo una segunda vez. También a la pared destruida. Respiro con agitación, sin embargo, decido no largarme cuando, en realidad, tengo una gran oportunidad de hacerlo.

—No me amenaces —aclaro—. Además, no puedo dormir hace días, así que no me asustas.

Enarca una ceja, luego el brillo de sus pupilas desaparece, pero su color se mantiene rojo sangre.

—Explícate.

—Veo... cosas, que no están ahí, y es probable que tú también seas una de esas, así que no me intimida tu intento de asustarme.

Entrecierra los ojos.

—Adara —me menciona por mi nombre y se me baja toda la tensión, su gesto sigue siendo el mismo, así que sé que es A—. Tienes razón, estaba intentando asustarte, pero no estoy mintiendo ni tú estás loca.

Me río sin humor.

—¿Dices que lo que veo es real?

—Mucho más de lo que piensas.

—Tú no eres un demonio, tú estás loco. ¡Todos en este pueblo lo están! —Me giro para irme—. ¡Me largo, no aguanto más!

Voy a la puerta que no ha sido cerrada todavía, pero me sobresalto cuando sucede de un portazo.

—Si las ves, no puedes irte de Norville —me cuenta.

—¿Disculpa? —Me doy la vuelta—. ¿Y quién me lo va a impedir? ¿Tú?

—No —dice en tono leve—. La energía que rodea al pueblo. —Da unos pasos hacia mí—. ¿Quién eres, Adara Kyleth?

—Eso es lo que me pregunto sobre ti, déjame salir —pido.

—No he sido yo, aunque gracias por admitir una cuestión sobrenatural.

Su sonrisa me descoloca, pero reacciono rápido.

—No he aceptado nada todavía, ¿y qué quieres decir con que no has sido tú? Seguro fue una puerta automática. —Le busco la lógica.

Deja de sonreír.

—¿En serio? Además, es muy vieja esta casa para tanta tecnología, sin contar que no tengo un control para hacer eso que aclaras.

—¡Solo responde mi maldita pregunta! —Me altero.

—Es una energía oscura que rodea al pueblo y tiene vida propia. Hasta se podría decir que es el mismísimo Norville quien lo hace. Bajo nuestros pies, hay un suelo maldito. Creo que B te lo dijo una vez, ¿no?

—¿Me estás diciendo que la energía del pueblo no me quiere dejar ir porque supuestamente la veo? —Bufo, hasta de esta situación—. No sé ni para qué pregunté.

Camina con prepotencia hasta mí, me agarra fuerte de los hombros y se aproxima a mi rostro de una manera abrupta.

—¿Qué más pruebas necesitas para entenderlo?

—¿Y para qué quieres que lo comprenda? —me quejo.

—Porque B no va a ser tan amable, y ya me estás hartando.

Frunzo el ceño y lo empujo, alejándome otra vez.

—¡¿Tú estás harto?! ¡Yo...!

Me callo, hay silencio, una mala sensación llega hasta mí, cuando de la nada comienza a reír. Primero es una risa pequeña, pero luego se convierte en una carcajada mayor. Se detiene y me mira, su sonrisa se expande, entonces me doy cuenta, es el desquiciado de B.

 Se detiene y me mira, su sonrisa se expande, entonces me doy cuenta, es el desquiciado de B

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Tú y yo paranormalWhere stories live. Discover now