Parte 2

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Mejor será que empiece por el principio.

Liam me dio una cajita con un anillo pidiéndome matrimonio, tras varios años siendo pareja.
Al día siguiente, no estaba en la cama al despertar, pero no le di importancia porque pensaba que estaría abajo, en el salón.
Pero no lo encontré.
Estuve todo el día preocupada hasta que, de madrugada, llegó con un fuerte olor a drogas y alcohol.
Andaba haciendo eses y hablaba entre hipidos.

-¿Donde estabas? -dije enfadada-.

-¿Qué es esto..hip..un..hip..interrogatorio? Estaba con...hip...unos amigos...

-Me tenías preocupada... -dije.

-No tienes...hip...por qué...hip...estarlo -dijo intentando besarme. El olor era tan pestilente que me eché hacia atrás, no me iba a besar ni soñando.

-No he dormido nada, ¿sabes qué hora es? Las cinco y media de la mañana.

-Y a mí qué me importa...hip...

-Te debería importar, me has dejado sola todo el día.

-Bueno, pero ahora estoy...hip...contigo.

-Liam, vete a dormir a otro cuarto.

-La casa es...hip...mía. Lárgate tú.

-¿Eso es lo que quieres? -las lágrimas empezaban a salir de mis ojos mientras él asentía- Está bien.

Cogí un poco de ropa, la metí en una maleta y me fui tan rápido como pude.

Llegué a un pequeño hotel, sólo quería pensar en mi futuro, no sabía lo que iba a ser de mí y de Liam.
Estaba descubriendo un lado oscuro de él, algo que no me gustaba nada. En la universidad era tan dulce y me trataba tan bien...
Dicen que la gente cambia. En fin.

Me acerqué a la recepción y me recibió un chico de pelo castaño.

-Hola, chica -me había llamado chica, pese a que supiera que yo era mayor para eso. Logró sonrojarme.

-Bu..buenas, no sabía que atendían a gente tan de madrugada...

-Pues sí, mi norma principal es no desatender a ningún cliente, sea la hora que sea -el chico tendría más o menos mi edad, y una sonrisa preciosa- Me.. me llamo Louis...

Le dije mi nombre tras unos segundos, me había quedado embobada mirándolo, y después me preguntó qué habitación quería.

-Las tengo todas vacías, últimamente no viene nadie.

Escogí una y me llevó las maletas hasta la puerta, amablemente.
Las dejó en el suelo mientras metía la llave en la cerradura, y después las puso al lado de la cama.

-La habitación no es muy grande, pero al menos está limpia -dijo.

-No pasa nada, yo me conformo, gracias.

Sonrió y nos quedamos mirándonos un tiempo, cuando me di cuenta estábamos demasiado cerca, y nuestras respiraciones, agitadas y juntas.

-Eh...yo...tengo que irme -dijo Louis, con una de sus sonrisas. Sonreí y le despedí con un gesto.

Me llevé una mano al corazón, latía con fuerza, como el día en el que conocí a Liam.

Liam... ¿qué pasará ahora? ¿Me sigues queriendo? ¿Te has olvidado de mí?

Necesitaba respuestas, pero antes debía dormir, y dejar de pensar al menos en unas horas.
Más o menos a las diez y media de la mañana, oí unos golpes en la puerta.

-Buenos días, servicio de habitaciones...
-Voy, un segundo.

Me vestí rápido y abrí la puerta. Louis tenía dos bandejas.

-Hola, Louis.
-Hola, he pensado en traer una bandeja para mí y desayunar aquí contigo. ¿Puedo?
-Por supuesto -dije sonrojada.

Mientras dejaba el desayuno en la mesa, fui a peinarme y a lavarme la cara.

Cuando desayunábamos, Louis me pidió que le contara mi historia. Le expliqué cómo conocí a Liam, que empezamos una relación y que íbamos a casarnos, y que últimamente estaba muy grosero y distante.
Louis cambió su habitual sonrisa por una cara de desconcierto.

-Una persona como tú no se merece a alguien como él -dijo serio.

-Él...él me ama -contesté.

-¿Estás segura?

-La verdad, no lo sé.

Louis vio cómo una lágrima caía por mi mejilla y me acarició la cara. Tras eso me dio un abrazo largo, la verdad es que me sentó bien y lo necesitaba. Cuando me soltó, acercó sus labios a los míos, y los juntó en un dulce beso.

El marido perfecto.Where stories live. Discover now