30 Pequeño accidente

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Victoria le quitó el libro de las manos y se subió sobre él sentándose a horcajadas.

C: ¿Qué haces?

V: Yo también estoy desvelada.

Sin mas palabras se sacó el camisón quedando desnuda de cintura para arriba, solo unas pequeñas braguitas quedaban en su cuerpo.

César sonrió y le acarició los pechos con sus manos. Victoria movió ligeramente sus caderas rozando ambos sexos por encima de la ropa.

C: Mmm...

Las manos de César se fueron hacia la espalda de ella y la atrajo hacia si para alcanzar un seno con la boca. Repartió besos en ese lugar y succionó el pezón estirándolo con sus labios al separarse.

V: ¡Aahh!

C: Shhh... recuerda donde estamos amor.

V: Es que me vuelves...

César hizo los mismo con el otro seno.

V:... loca ¡Aahh!

Giró con ella en la cama y la dejó bajo su cuerpo, le sacó la braguitas mientras la miraba a la ojos con una sonrisa de lado en el rostro. Victoria rio y lo jalo de la nuca hasta alcanzar sus labios en un beso mordelón, acercó sus labios al oído masculino y susurró.

V: Dentro ahora.

Se deshizo rápidamente del bóxer y cumplió con su pedido, entró sin dudar hasta el fondo, atrapando los labios femeninos con los suyos para callar el grito de placer mezclado con dolor de Victoria. Empezó a moverse con fuerza, embestidas profundas, ella cerró los ojos y clavó sus uñas en la espalda, el placer era realmente insoportable, no podía recuperarse de una embestida cuando llegaba la siguiente.

V: No puedo... me vengo ya César.

Aumentó la velocidad de sus acometidas y la hizo explotar por primera vez en esa noche.

V: Mi amor... mi amor, te amo.

C: Yo te amo Victoria, eres la mujer de mi vida.

Esa noche experimento varios orgasmos hasta que finalmente ambos consiguieron liberarse juntos.


Fin del flashback.



C: Pues esta noche también me lo voy a cobrar.

La atrapó contra el mueble de la cocina y le acarició los muslos y las nalgas por encima del pantalón, mientras le besaba el cuello.

V: Con gusto mi amor.

Victoria correspondía a sus besos y su caricias, ese hombre realmente hacia lo que quería con ella y no le importaba que fuese la cocina, el salón o el baño, cada vez que las grandes manos de César le acariciaban el cuerpo se prendía el fuego.

C: Espera espera, primero quiero terminar la película.

V: Pues mantén tus manos quietas porque cada vez que me tocas me enciendo.

C: Mmm... hoy la noche promete.



Cuando la película terminó Victoria ya dormía recostada en el pecho de César.

Nuestro presenteWhere stories live. Discover now