Capítulo 11 (Parte 1).

26K 1.8K 508
                                    


Thomas parecía sumido en sus propios pensamientos y emociones, como si estuviera lidiando con una carga pesada. Mi mente estaba en un torbellino de confusiones y emociones mezcladas. Prácticamente me quedé muda. Thomas tenía las manos apoyadas en la pared, su frente colgaba en uno de sus brazos y sus ojos se encontraban cerrados, como si mis palabras le hubieran causado dolor.

¿Qué tenía que decirle? Después de todas las cosas desagradables que solté de mi boca... me sentía la persona más idiota del universo entero.

—N... no lo sabía — dije con la cabeza agachada y la voz rota. Me costaba tanto hablar.

Esto me había tomado por sorpresa. ¿Cómo iba a saber que ella estaba muerta?

—Debí decírtelo antes — respondió, sin ni siquiera mirarme.

De manera instintiva, fui y lo abracé por la espalda. Hundí mi nariz en su campera y lo estreché con fuerza. No sabía cómo pedir perdón sin quedar como una tonta. Los hombros se le relajaron, y se volteó para mirarme. Otra vez, se encontraba distante conmigo, pero me lo merecía.

Posó sus manos a cada lado de mis mejillas, y sus ojos buscaron los míos con desesperación.

—Lo siento mucho — murmuré, avergonzada.

Me abalancé sobre él nuevamente y lo abracé, con miedo a que se fuera.

—Me volví paranoica e histérica cuando me dijiste que tenías novia. No me preguntes por qué actué así, solo olvídate de mis acusaciones contra ti y, si quieres, puedes dejar de hablarme. Lo entenderé si lo haces —mis palabras sonaron atropelladas.

Thomas se asombró por mi confesión. Su mano viajó a mi hombro y la apretó con cariño, animándome a seguir hablando.

—Me costaba creer que había otra chica a la cual besabas y le demostrabas cariño. Me sentí traicionada, aunque sé que eso no es verdad porque no somos nada. No sé por qué me aterra tanto que te alejes —agregué.

—¿Te enamoraste de mí, Alia?

Me aparté de él, manteniendo distancia y lo contemplé anonadada. ¿Qué? Eso jamás me lo pregunté a mí misma, eso nunca se me pasó por la cabeza, ni siquiera en las noches de desvelo que sufrí por su culpa cuando me encontraba en reposo. Quizá... no, es imposible. ¿Alia enamorada? Por todos los cielos, eso sería imposible. Mi corazón es de hielo, yo no podría sentir amor por nadie, exceptuando por Peter y Jamie, pero eso es amor de familiaridad.

—No, no es lo que trato de decirte. Yo lo que trato de comunicarte, es que tú eres mi héroe y no te comparto con nadie —contesté, nerviosa.

Por primera vez, quería salir corriendo de esta situación para poder ordenar mi cabeza.

—¿Tu Héroe? —preguntó, desconcertado pero con mejor animo que hace segundos.

—Sí.

—¿Y a qué viene eso? —se cruzó de brazos y me observó con frialdad.

—Cada vez que te necesitaba, tú estabas. ¿Te acuerdas cuando me encontraste herida en el bosque? Tú me llevaste a casa. Cuando me atropellaron, tú estabas allí y te quedaste una semana completa en el hospital, sin ni siquiera quejarte. Tú eres mi héroe, no, ¡espera! Tú eres más que eso. Tú eres mi ángel guardián —me reí con las mejillas sonrojadas.

La mirada de Thomas se dulcificó y me miró como si estuviera viendo un cachorrito herido. La profesora de literatura tenía razón, las palabras pesan mucho menos cuando las dejamos fluir.

—¿Tienes esa imagen de mí? —murmuró Thomas, admirado.

—Sí —titubeé antes de contestar.

—Lo hice, porque tú lo harías por mí —rompiendo la distancia que hay entre los dos, se acercó lentamente hasta quedar frente a mí.

Trust ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora