Cruce de miradas 🔀

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—Oh, Poderoso Dios, el Supremo Creador del magnífico firmamento, ser de perfección inigualable, ser de grandeza indescriptible, ser que lo abarca todo—Britney se encuentra arrodillada en el suelo frio de su habitación orando—. Me postro ante ti, oh misericordioso y compasivo, para confesar humildemente cada uno de los pecados que he cometido en mi corta existencia, implorando tu perdón con profundo arrepentimiento.

—En mi corazón, siento una gratitud inmensa por tu presencia constante en mi vida, por tu ayuda incondicional y por la fortaleza sobrenatural que me brindas al adorarte como tu humilde y fiel sierva —une sus dos manos suplicando—. Te ruego con fervorosa súplica que extiendas tu mano bendita hacia la humanidad en estos tiempos finales, para que no haya más lamentos, para que no haya más sufrimientos. Elevo mis plegarias por la salud de mi amada madre, mi amado padre, mi dulce abuela, mis queridos familiares y mis entrañables amigos.

—Imploro, con toda la pasión de mi ser, que mi abuela y mis otras tías cesen en su daño hacia mi prima, que ella reciba el amor necesario para liberarse de ese resentimiento que la consume.

—Oh, Divino Ser, otórgame buena suerte en mi primer día de clases, deseo fervientemente que todos a mi alrededor sean amables y humildes. Que mi camino se vea iluminado por tu gracia y que mi corazón se llene de alegría y satisfacción.

Lo primero que hace Britney al despertarse todas las mañanas es orarle a Dios y agradecerle por la vida. Siempre ha sido una chica que encuentra su refugio en la calidez de su hogar y en la devoción inmensa que siente hacia su religión. Con amor y pasión, se entrega a la oración, expresando su gratitud y amor hacia el Ser Supremo que guía su existencia.

Termina de orar y se levanta del suelo. Su mirada se posa en un cuadro que reposa sobre la chifonier de madera en la esquina de su habitación. Es un cuadro que resguarda la fotografía grupal de los integrantes del campamento "La Ruta del Guacharo 2013". Observa detenidamente los rostros de los niños y se da cuenta de la presencia del chico que aparece a su lado.

Me desperté en la mañana, emocionada por el paseo, y escapé de la cabaña. Decidí aventurarme en la cueva sin la ayuda de un guía, buscando la emoción de lo desconocido. Mientras me adentraba por el camino, me desvié y caí en un hueco estrecho, que era el doble de mi altura. En ese momento, de tanto saltar e intentar escalar las paredes una y otra vez, me di cuenta de que no tenía escapatoria.

El aire se volvía cada vez más húmedo, difícil de respirar. Sentía cómo las paredes rocosas se estrechaban más y más, mientras el ruido de los murciélagos resonaba sobre mí. Por primera vez a los seis años mi cuerpo y mente experimento como la ansiedad se apoderaba de mí.

El desespero inmediatamente me hizo acudir en la ayuda de Dios sin la presión de mis padres. Evento donde pude comprobar su divina existencia al orarle con todo el corazón.

—Dios ayúdame; no me abandones aquí, por favor—gritaba sollozando sin parar con mucha desesperación; el eco repartía el sonido de su voz por toda la cueva.

Pasados treinta minutos un niño me encontró y busco las mil maneras para sacarme y lo logro sin ayuda de nadie. Me acompaño hasta la salida y le agradecí por ayudarme.

—¿Cómo te llamas?—le pregunte al niño con la voz agotada de tanto gritar.

Un señor alto y musculoso que aparentemente era su niñero lo aparto de mí sin darme la oportunidad de saber su nombre, solo pude escuchar "mi nombre es Lou"

La guía al verme, salió corriendo tras de mí, llena de preocupación, me llevó a una pequeña cabaña que la utilizaban como enfermería para revisarme.

Nunca le conté esto a mis padres ni a Jess lo sucedido, aunque ella estaba presente en el campamento y sabía que ese niño me atraía .

Actualmente me pregunto cómo alguien llegó a ayudarme si estaba muy alejada de la ruta para turistas. Siendo temprano en la mañana, nadie debería estar despierto, pero fue un niño quien vino en mi auxilio. Me imagino que lo pedí con el alma y que Dios me respondió por medio de él.

Ojos en otro cuerpoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant