Diez.

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Era el día de su primera cita, era ya principios de invierno, el cielo estaba cubierto de oscuras nubes y ambas estaban bien abrigadas, para Yunjin, Chaewon lucía adorable con su bufanda gigante que cubría la mitad de su rostro.

Le sonrió completamente encantada.

—Estás muy linda. —dijo, mientras tomaba su mano, Chaewon sonrió de forma pequeña y se ruborizó.

Yunjin siempre le decía que era linda, y cada vez lograba lo mismo, esas cosquillas en su estómago y el calor en sus mejillas.

Salieron del cuarto de la mano, caminaron juntas hacia la parada de taxi más cercana, y de allí fueron llevadas hacia el centro comercial.

—Los juegos están en el piso más bajo —dijo Yunjin, entrando al lugar—. Volvemos a chequear opiniones, ¿Estás segura?

Chaewon asintió, sonriendo.

—Chaechae está muy emocionada de ir, sería muy malo de mi parte si le cancelo a último momento —dijo—. Estaré bien y estaré cerca, si me quieres, sólo llámame... Ya le dije a Chaechae que tendrá que comportarse.

—De acuerdo, después te llevaré a ese lugar que tanto quieres para cenar. —dejó un beso en su mejilla, no se estaban despidiendo realmente, porque Chaewon estaría cerca y podría ver todo lo que harían, pero no controlaría nada, porque estaría Chaechae al mando.

Antes de llegar a los juegos, con sólo ver las luces de lejos, escuchó el gritito de alegría de la niña, y sonrió con ternura.

—¡Vamos, vamos, vamos! —Chaechae tomó su mano y la arrastró hasta el lugar, tuvieron que perder un momento comprando una tarjeta y cargando algo de dinero para ir a los juegos, luego de aquello, Chaechae la llevó de inmediato a una máquina dónde debía golpear a unos cocodrilos que se asomaban de unas cuevas como su primer entretenimiento.

Siguieron con una máquina que lanzaba agua, luego a a otra que lanzaba pelotas a un payaso con una boca gigante.

Habló muy poco con Chaechae, la niña quería aprovechar para ganar los mayores puntos que podía y cambiar por algún premio, y sólo le gritaba a Yunjin que estaba perdiendo, o que lo estaba haciendo mal.

—¡Yunjinnie! No puedes derribar ni siquiera un pino.

—Chaechae soy un asco para cualquier tipo de juegos, no hago estas cosas.

—Estoy muy decepcionada de ti, eres una perdedora.

—¡Entonces hazlo tú!

—¡No sé jugar a los bolos!

—¡Entonces no opines, tonta!

No había muchas personas más en el lugar, cada tanto un padre o par de niños, pero nadie les hacía mucho caso, estuvieron más de una hora en los juegos.

Al final, terminaron gastando lo último del dinero de la tarjeta en una máquina dónde atrapaban caramelos u otras golosinas, y que tenía premio asegurado, así, Yunjin se encargaba de atrapar todas las cositas que Chaechae quería, mientras la pelinegra se paraba a su lado y la miraba mientras iba comiendo unas gomitas de osito que había sacado.

Al terminar, fueron hacia la caja del local, dónde el tipo les mostró sus puntos.

—Tienen un total de quinientos cuarenta y tres puntos, ¿Qué les gustaría?

Yunjin miró a Chaechae, la mayor lo pensó un momento, viendo los estantes con distintos carteles y sus puntos.

De repente su rostro se iluminó y sus ojitos brillaron de forma tierna, haciendo a Yunjin sonreír.

The Alters. | Purinz Where stories live. Discover now