Capítulo 22

16 3 0
                                    

—Recuerda, cuando te pase la flecha, enganchas tu boca a la mía.

En el momento en el que Kata vuelve a relatar nuestro plan, Melisa hace una mueca de desagrado.

—No entiendo cómo vais a ser capaces de hacer algo así—dice la pelirroja.

—Somos tus amigas, vamos a intentar conseguir nuestro objetivo.

—¿No lo harías tú por nosotras?—pregunto para ponerla en un compromiso.

—Eso, ¿lo harías tú?—me apoya Kata.

—Bueno, intentaría buscar otra solución primero.

Desde que lo hablamos por primera vez, han pasado un par de días, durante ambos hemos estado perfeccionando el plan hasta el punto en el que lo tenemos todo organizado. La idea que surgió de ser castigadas para dejar la habitación libre para Melisa y Sam ha seguido adelante. Ya hemos pactado que sea un pico no muy largo, estamos dispuestas a ayudar a Meli, pero tampoco hay que pasarse.

Así pues, hemos decidido esperar hasta el día de hoy para que todos los campistas y monitores estemos juntos en una actividad, consiguiendo así llamar más la atención. Hoy toca tiro al arco, no es mi especialidad, creo que la de Kata tampoco, pero eso no va a importar, porque lo que interesa es tener bien claro el momento y la técnica del beso.

—Con tanto hablar, vamos a llegar tarde a la quedada, tenéis que llamar la atención, pero no hace falta que seamos tan obvias.

Dicho esto, nos levantamos de la cama de Melisa, donde hemos hecho esta pequeña reunión. Tras alisar un poco las sábanas para mantener la habitación en orden, nos ponemos en marcha hacía el centro del campamento, donde se realizará la actividad actual.

Al llegar, todo el mundo está escuchando las indicaciones que Nathan está dando para realizar correctamente el tiro en arco. Tres grandes dianas están sujetas, mediante unos trozos de madera, al suelo, para hacerla estable. Nos encontramos en un sitio común, es el mismo sitio donde se hacen las noches de las hogueras. Suele ser un sitio bastante concurrido, no solo porque es la plaza principal, sino también porque normalmente hacemos bastantes actividades, como la que estamos a punto de empezar.

—Colocaos en tres filas equilibradas para hacer la actividad de forma eficaz.

Todos seguimos las indicaciones del monitor, Kata y yo nos colocamos correlativamente, como hemos pactado con anterioridad, de esta forma podremos realizar el plan como es debido. Aunque no lo diga en voz alta, sé que tanto Kata como Meli están nerviosas, yo no soy una excepción. Esto puede salir o muy bien o muy mal, esperemos que sea la primera opción.

La cola avanza y mi turno se va acercando. Observo como Nathan da instrucciones a los campistas para que realicen correctamente la actividad. En algunos casos los coloca correctamente para que tengan una buena posición y así puedan hacer un buen tiro. No es difícil de percibir que intenta tener el mínimo contacto físico con ellos, no está acostumbrado a ello.

Después de un cuarto de hora en el que los nervios casi me llegan a consumir por dentro, sujeto el arco que el compañero que iba delante de mí me ha dado. Me posiciono como creo que tengo que hacerlo, mi experiencia no es la mejor, pero mi intuición me empuja para que coloque un pie delante del otro para tener más estabilidad.

—Tienes que girar un poco más

La voz de Nathan rebota en la parte trasera de mi cabeza, me sobresalto un poco y estoy a punto de solar el arco de golpe antes de que él me lo agarre. Me lo devuelve y cuando tiene las manos libres, me agarra por la cintura para colocarme de forma perpendicular a la diana.

—A continuación, tienes que separar un poco más las piernas para que tus pies queden a la altura de tus hombros.

Su voz suena suave, justo en mi oreja derecha, me he hecho una coleta por lo que noto como casi roza mi piel. Mi vello se eriza y mi respiración se entrecorta, trago grueso para intentar tranquilizar mis pulsaciones aceleradas. Ahora ya no me toca, pero mi reacción sigue siendo la misma, esta vez, soy yo quien me coloco sin que él tenga que mostrármelo.

Sonrisa irónicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora