Capítulo 40

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Askel y yo tomamos asiento en el sofá para hablar de las cosas, al principio, le tomó algo de tiempo poder iniciar la conversación. Estaba claro que le dolía.

—Mi padre nunca ha amado a mi madre —confesó con descontento—. Su matrimonio siempre ha sido una farsa ante los demás, no siempre los matrimonios arreglados terminan bien y ellos son la fiel prueba de ello.

—Entonces, ¿por qué siguen juntos? —pregunté.

—Por políticas del reino —respondió de inmediato—. Mamá no puede dirigir el país estando soltera, es una regla absurda pero la monarquía le pide tener un esposo a su lado y lo mismo sucede con él, además, mamá no puede regresar a su país después de que se casó con mi padre.

—¿Qué...?

Mi ceño se frunció. Yo no tenía ni la menor idea de la historia de los reyes mucho menos entendía cómo funcionaba la monarquía, pero lo poco que Askel ya había revelado me dejaba en claro que las cosas eran bastante complicadas.

—Mamá renunció a sus derechos hace años cuando se casó con mi padre, su hermano es quien gobierna Suecia y no tiene oportunidad de volver porque no tiene una buena relación con el rey. Además, perdería sus títulos al divorciarse de mi padre y él también perdería cierto poder si supieran que su matrimonio es cosa de una farsa. No se aman.

—Pero los tuvieron a ustedes... —comenté pensando que quizás pudo haber un momento en el que ellos estuvieron enamorados. Una enorme mueca apareció en sus labios.

—No necesitas estar enamorado para hacer un hijo, ellos lo dejaron en claro. Además, la monarquía se los exige. —Dijo apretando los labios—. Siempre exige un heredero.

—Lo siento mucho.

Coloqué mi mano sobre su hombro.

Askel estiró su mano para tomar la mía y darme un ligero apretón en ella.

─Es demasiado complicado ─dijo más para él mismo al tiempo que soltó un bufido─. Es una de las cosas que odio de la monarquía, los matrimonios arreglados o por conveniencia, como quieras llamarlos, pero yo no creo en ellos, rara vez funcionan.

Una mueca se formó en mis labios, sentí que, aunque no lo dijera en voz alta, Askel le temía al compromiso por miedo al fracaso, por supuesto que no se lo dije, omití ese pensamiento solo para no arruinar más el día.

─¿Qué hay de ti? ─decidí preguntarle y su ceño se arrugó un poco─. ¿Qué harás al respecto ahora que tu padre volvió?

Me quedaba claro que él no quería nada que ver con el rey.

─No lo sé, lo evito lo más que puedo, siempre lo hago ─respondió y un suspiro salió de él─. Aunque no es sencillo cuando compartimos los mismos lugares de trabajo, la corte real siempre depende de él, seguro que complicará mi trabajo ahora que volvió.

─¿Por qué lo dices?

─Porque siempre lo hace, siempre me da la contra cuando tengo una nueva propuesta para todos en la corte, siempre busca una forma de opacarme o más bien aplastarme allí adentro, al final de cuentas, Konrad siempre ha sido su favorito ─noté que la mano que tenía reposada en su muslo se hizo puños al decir esto al terminar sus palabras, había cierto resentimiento en él hacia el rey.

─Lamento que tu relación con tu padre sea complicada.

─No te disculpes ─se apresuró a decir, negando─. Hay hombres que de verdad no sirven para ser padres.

Me quedé callada al escuchar sus últimas palabras pues me hicieron recordar a mi padre. Siempre creí que nuestra relación de padre e hija era buena, que papá me quería, pero me vi dudando aquello cuando él decidió marcharse del país y dejarnos a mi hermana y a mí con las deudas después de que mamá también decidiera hacer lo mismo. No me quedaba duda de que existían padres a los que no les importaban sus familias y que de algún modo eran egoístas, solo buscaban su beneficio o más bien, solamente veían por ellos.

Dulce CoronaWhere stories live. Discover now