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— Puedes quedarte acá, hijo, has hecho suficiente. Creo que todo está perfecto y si falta algo, haré que se encarguen los demás.

San elevó la mirada y asintió con regocijo mientras la mujer de elegante vestido le acariciaba las mejillas y le mostraba una resplandeciente sonrisa.

— Muchas gracias, señora Jung.

— Tómate tu descanso.

Volvió a agradecer y la vio marcharse con rápidos pasos en dirección a algunas de sus conocidas. Se encontraban en la terraza de la casa y el ambiente resultaba muy acogedor: el sol estaba a punto de ocultarse, la piscina relucía con su azulina agua y los eufóricos gritos y murmullos de los demás no hacían más que inundar el ambiente de emoción. Se dejó caer sobre uno de los asiento y se encogió un poco cuando un montón de jóvenes empezó a ingresar a escena, riéndose y arreglándose los costosos accesorios que tenían encima; incluso, unos cuantos hombres se colaban con cámaras y cables en manos. No cabía duda que un momento tan hermoso como ese se le quedaría en la memoria y sería imposible de olvidar.

Deslizó sus ojos por toda la zona, sobresaltándose cuando el flash de una cámara cercana sonó y fue seguido por cientos más y ruidosas carcajadas.

— Sé que fue algo rápido esto de la invitación, por eso estoy muy agradecida con todos por haber venido. La idea de la reunión surgió de la nada en mi cabeza hace un par de días y llamé a Junnie y le dije…

Se levantó y se apresuró hacia el otro extremo, dándose cuenta de que todos los invitados estaban reunidos en la zona central con una copa en su mano. Podía ver cómo Yeonjun rodeaba la cintura de su novia y asentía sonriente a cada una de sus palabras. Sonrió y suspiró con preocupación, ¿dónde podía estar Woonie? Se iba a perder un momento tan importante si no aparecía pronto. Su nerviosa mirada se movió por todos lados, pero no logró encontrarlo en ninguna parte. Quizá, todavía se encontrase cambiando y no demoraría en llegar.

— Solo quería anunciar mi compromiso con Yeonjun y decirles que soy la chica más feliz del mundo.

Su corazón latió de prisa y recorrió los alrededores cuatro veces seguidas sin obtener ningún resultado, así que no atinó a hacer nada más que volverse a sentar y aplaudir con alegría cuando todos aplaudieron y los gritos empezaron de nuevo. Como el frío empezaba a sentirse, se cerró el abrigo de algodón hasta el inicio de su cuello y entrelazó sus propias manos, intimidado por toda la gente que no conocía.

— ¿No quieres otro trago? – una esbelta muchacha cuestionó a otra, riendo.

— No puedo tomar mucho, mañana tengo campeonato de golf, ¿recuerdas?

Se abrazó a sí mismo y se quedó quieto, escuchando cómo los gritos y las carcajadas repicaban más fuerte y de pronto, los parlantes se sacudieron y la música estalló contra sus oídos. Era un sonido eléctrico y detonante que le hacía sentir como si la soledad penetrara en su cuerpo y cavara un vacío profundo en la zona izquierda de su pecho. Le faltaba una parte de sí mismo; le faltaba su Woonie.

Cuando estaba con él, no le temía a nada.

Movió sus inquietos ojos de un lado a otro sin encontrarlo en ninguna parte. Él le había prometido que estaría ahí y no entendía porqué no aparecía. ¿Y si se encontraba en un problema o necesitaba algo? Sintió el impulso de salir corriendo a buscarlo, pero se contuvo; era mejor que se sentara a esperarlo.

Descendió la mirada, confundido ante el bullicio del ambiente y asustándose al sentir cuatro palmadas seguidas sobre su hombro.

— Sannie, ¿qué haces? – Se giró al instante y se encontró con el sonriente rostro de Yeonjun que le extendía una mano - ¿No quieres bailar un rato?

𝐈𝐧𝐨𝐜𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐏𝐚𝐬𝐢𝐨𝐧𝐚𝐥 - [𝚆𝚘𝚘𝚂𝚊𝚗-𝙰𝚃𝙴𝙴𝚉]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora