Capítulo 28

197 27 111
                                    

Prometo

Fue una tarde bastante amena, la revelación de sexo había sido bastante linda. Altagracia se sintió un tanto nostálgica pues todo le recordaba a Daniel; para José Luis era algo similar y más porque se moría de ganas por estar a su lado, abrazarla y decirle lo mucho que la amaba.

Estuvieron cruzando miradas, miradas que decían más que mil palabras. Ambos tenían aun una pena que les calaba, se morían por abrazarse, pero su orgullo era mucho más grande.


- Otra niña, eh – la abraza por los hombros.

- Ay, ni me digas – lo abraza de lado – parece que mi útero solo sabe hacer niñas.

- Las niñas son lindas – ríe – oye, ¿por qué nunca me hablaste de ese tal Dionisio?


En lo que Altagracia despedía a su familia, José Luis aprovechó para interrogar a Regina. Tenía que saber de una fuente confiable que era lo que pasaba entre Altagracia y Dionisio, y quien mejor que su mejor amiga para saberlo.


- Ya te estabas tardando – suspira aliviada cuando toma asiento – No te conté nada de él porque pensaba que Altagracia no tendría nada con él.

- ¿Pensabas que no? ¿o sea que sí quiere tener algo con él?

- Parece ser que sí – miente.

- ¿Está enamorada?

- Enamorada como tal, no lo creo, pero Dionisio es muy persistente, le está echando todas las ganas del mundo para conquistarla – lo observa fijamente analizando su lenguaje corporal – José Luis... ¿tú aun quieres a Altagracia?

- Regina, yo la amo – dice controlando su desesperación – la amo más que nunca.

- ¿Y? ¿por qué no has hecho nada?

- Porque acabo de llegar, no iba a hacerlo así nomás, tenía que ver como estaban las cosas – piensa – y vaya que estar duras, no esperaba encontrarme con un rival.

- José Luis, muévete – toma la botella de agua que estaba ahí cerca – dile que la amas, lucha por ella – ríe – Ay que ridícula soné, pero hazlo.


Si Regina lo decía era por algo, ¿no?

Pero como que la vida le quería poner mil y un trabas porque cuando salió a buscarla, la encontró abrazada al castaño, esta vez no se contuvo, su cuerpo cobró vida propia y caminó hacia donde ellos estaban.


- Híjole – interrumpe – parece que tengo el tino para interrumpir.

- José Luis – se separa.

- Ven, necesito hablar contigo – la toma del brazo

- Pero – camina confundida – deja me despido de Dionisio.

- Luego, luego – sigue caminando – Adiós – le grita al castaño.

- ¿Qué te pasa? – se suelta de su agarre una vez están en la casa – No tenían ningún derecho de traerme así, estaba con Dionisio.

- ¿Qué te traes con él? – pone las manos en la cadera.

- Nada, ya te dije que somos amigos – frunce el ceño – además, ¿a ti qué te importa?

- Me importa y mucho.

- Qué te va a importar si te revolcaste con otra – reclama.


La mirada que le proporcionó el moreno, hizo que un escalofrío le recorriera la espalda y se concentrara en su centro.

InefableWhere stories live. Discover now