Capítulo 2. Cálmate, niña.

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Tina la miró sorprendida. —Bueno, es verdad. Ella es nueva, pero no la quieres. —Dijo sacudiendo la cabeza en señal de desacuerdo.

Engfa la miró confundida.

—¿Por qué carajos no?

—Ella no es sólo nueva, Engfa. Ni siquiera se si alguna ves ha
estado con un cliente y mucho menos sé sobre sus servicios o lo que está dispuesta a hacer. Estoy segura de que debe haber alguna chica que tenga más experiencia y satisfaga tus necesidades. —Ella sonrió cortésmente. —¡Heidi! Trae mi catálogo.

—Todas tas chicas estan limpias, no las contratas hasta que les hayan hecho pruebas de enfermedades de transmisión sexual, entonces ¿qué más podría haber? —exigió Engfa.

La pelinegra no estaba acostumbrada a que la contradijeran, todo lo que quería, lo tenía. Engfa ocupaba una posición muy alta en un poderoso budete de abogados y, en cualquier caso, era conocida por ser despiadada. Resopló enojada cuando Heidi entró rápidamente, sosteniendo un cuaderno verde cerca de ella.

Le entregó el libro a su señora y se fue en silencio.

—Engfa, ya sabes cómo funcionan las cosas por aquí. Las chicas no niegan nada una vez que están con los cilentes, pero antes todo está acordado. —Abrió el libro y empezó a hojearlo.
—Llegamos a un acuerdo sobre lo que ella está o no dispuesta a hacer. Y ni siquiera sé si esta chica tiene sexo con mujeres. —Tina se rió divertida.

—¿Cómo llegó ella aquí? ¿Cuál es su historia?

—Nessa dijo que es una gran amiga suya, también dijo que
no le importa hacer este trabajo. —Tina volvió su atención al libro. —Y quién soy yo para negarme a una mujer así? Además todavía no se cuánto vale.

—¿Qué pasa si te hago una oferta que no podrás rechazar?
—preguntó Engfa con determinación.

—Viste a la chica durante 15 malditos segundos, déjame al menos encontrar su expediente. —Dijo en tono quejoso.

Engfa se reclinó en el sofá, frustrada, hasta que Tina finalmente encontró la página.

—Aquí está... —Una sonrisa apareció en les labios de la
morena. —Uhh... Charlotte. —Tina pasó los dedos por la página mientras leía pequeños fragmentos de información para si misma. —Como me imaginaba, ella aún no ha estado con ningún cliente. Ella tampoco tiene mucha experiencia sexual.
—Tina levantó la vista de su libro. —Un balde enorme de agua fría para ti, querida—.

—¿Por qué dices eso? —preguntó Engfa con temor.

—Ha estado con tres personas. Todos hombres. —Tina se encogió de hombros. —Nada demasiado extraño, estaba atada y con los ojos vendados.

—¿Acepta mujeres?

—Hmm... sí, de hecho. Qué suerte la tuya.

Engfa sonrío. —Yo la llevaré.

—¿Estás segura de esto Engfa? Vendo chicas inocentes a precios bastante altos. A mis clientes masculinos les encantan las lolitas. Odiaría que gastaras mucho dinero en alguien así, especialmente cuando honestamente no creo que ella sea lo que estás buscando.

Engfa pensó en esto durante unos segundos. La imagen de la Asiática-Inglesa vestida únicamente con una bata de seda nunca abandonó su mente. —Me gustaría que la llamarás, quiero verla en persona.

—Bien. —Tina inclinó la cabeza hacia un lado,
mirando hacia la puerta del salón. —¡Charlotte! ¡Ven a la
habitación ahora!

Ambas mujeres escucharon pasos corriendo las escaleras de abajo. Charlotte reapareció en la habitación, todavía vestida con su pequeña bata de seda.

 𝐓𝐇𝐄 𝐂𝐋𝐈𝐄𝐍𝐓 ➯ ᴇɴɢʟᴏᴛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora