Capítulo 10. Lo siento

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El trabajo había sido nada menos que una tortura para Engfa. Desde su noche con Charlotte, la morena no había pensado en nada más. Se sentía mal, su desempeño en el tribunal no fue el mejor y apenas podía comer sin pensar en tirarlo todo. Se odiaba a sí misma por haber hecho lo que había hecho, entre todos los seres humanos del mundo, Charlotte era la persona que menos lo merecía. La asiática-inglesa tuvo un efecto en ella que no tenía sentido, pero de lo único que Engfa estaba segura era de que se había puesto a la defensiva cuando la gente comenzó a preguntarle sobre algo que todavía no estaba segura si sentía o no.

Había pasado una semana y, como siempre, Engfa comenzó a sentir que se le erizaba la piel por la frustración sexual reprimida. Suspiró profundamente mientras dejaba caer su cuerpo en su silla. Se dio la vuelta y se enfrentó a la enorme pared de cristal. Sabía que tarde o temprano terminaría regresando a la casa de Tina, pero necesitaba descubrir cuál sería su próximo paso. Una parte de ella quería volver a estar con Charlotte y disculparse con la chica. Y otra parte de ella quería comprar otra chica sólo para quitar a Tina de su camino. Y luego estaba esa otra parte, que quería entender por qué diablos estaba pensando demasiado en todo esto. Considerando que era su dinero y que era libre de hacer lo que quisiera con él.

Engfa miró su reloj y decidió que se tomaría el resto de la tarde libre. Quizás... ir temprano a la casa de Tina. La morena saltó de su sillón, vistiendo su blazer oscuro, cruzó toda la habitación, abrió la pesada puerta de madera maciza y se encontró cara a cara con su secretaria personal, la señorita Athita Payak.

- Cancelar mis reuniones y trasladarlas a mañana por la mañana.

-¿Y tu padre? -Preguntó cortésmente la mujer, que estaba mirando el Ipod. -Tienes una reunión con él a las 4:00 pm.

- Cancélala, Chompu. - Engfae la miró por última vez antes de comenzar a caminar hacia el ascensor. - Diles que su pensión puede esperar.

Cuando el taxista le preguntó adónde iba, ella le dijo su dirección. Engfa corrió hacia su edificio, esperando impaciente el ascensor mientras sentía la ansiedad carcomiendo sus huesos. Recorrió todo el departamento buscando lo que quería, hasta que lo encontró tirado en un rincón de la sala, al lado del sofá. Había tirado el libro hace unos días... había pensado en quemarlo o algo así, pero no quería llegar a ese punto.

Bajó al garaje y optó por primera vez en años por llevarse su coche, el Corvette amarillo, su primera compra tras conseguir el trabajo. Abrió el coche y entró inmediatamente. Su mente iba y venía sobre qué decir cuando llegara el momento. Engfa sabía que muchas veces una simple disculpa no era suficiente. No cuando había tratado a Charlotte de la forma en que lo había hecho.

Había estado pensando en ello toda la semana, las cosas no habrían alcanzado tales proporciones si hubiera sido con otra prostituta. A Engfa no le importaría, no le importaría. ¿Por qué se preocupaba por Charlotte?

La morena se rió de su propia idiotez. No se sentía preparada para ese paso, todavía no.

Tan pronto como Engfa estacionó frente a la casa de Tina, tomó sus pertenencias cerrando la alarma de su auto tan pronto como salió. La morena respiró hondo dos veces antes de subir los pequeños escalones hacia la casa, tocando el timbre dos veces.

Por primera vez en mucho tiempo, Nessa fue la primera en abrir la puerta y saludarla con una sonrisa y una reverencia. Engfa se había sentido secretamente aliviada de que Nessa estuviera allí y no Heidi. No quería tener que responderle a la chica con rudeza otra vez.

- Buenas tardes, señorita Waraha. Espero que estés bien. - Dijo suavemente. Engfa asintió, ofreciéndole una sonrisa mientras miraba a su alrededor.

- ¿Dónde está Heidi? - preguntó Engfa en voz baja mientras se quitaba el abrigo y le entregaba a la chica.

 𝐓𝐇𝐄 𝐂𝐋𝐈𝐄𝐍𝐓 ➯ ᴇɴɢʟᴏᴛWhere stories live. Discover now