Único

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— ¡Mikey-kun es un idiota!

Con pequeñas lágrimas formándose en sus ojos azules el Omega observaba frustrado al hombre frente a él. Los puños apretados con fuerza intentando calmarse, las feromonas a su alrededor mostrando un olor agrio producto de su estado de animo.

Por su parte el Alfa en la sala permanecía en estado de shock, impresionado por los sucesos recientes, un sobre en su mano que sostenía de forma inconsciente. Aquel papel pulcro señalaba la fecha y hora donde se llevaría a cabo una pequeña ceremonia sagrada. Era la invitación para la boda de Takemichi, quien en estos momentos aún se mantenía bastante alterado, y no por las razones que Manjiro pensaba en un principio.

El azabache regreso hace unos pocos meses del pasado, y tras notar los cambios ocasionados por su última intervención por alguna razón decidió buscarle. Manteniendo su actitud obstinada de siempre vago por las zonas que solía frecuentar Manjiro ahora que era el líder de Boten. Puntos de encuentro fueron inspeccionados uno tras otro por el chico, sin importarle las represalias tomadas en su contra por el resto de miembros que formaban parte de la organización. Siendo el encontrarse con Mikey lo único en su mente durante el paso de los días.

Por su lado, Mikey se mantenía reacio a ver de nueva cuenta a Takemichi, ignorando los informes de avistamiento del Omega en su territorio y esperando que este se rindiera pronto en su búsqueda.

Sin embargo, tres meses de escuchar las tonterías cometidas por el hombre menor resultó ser su límite. Seguido por Sanzu y algunos de sus hombres salió en dirección del único sitio al que Takemichi aún no asistía. Aquel viejo salón de bolos dónde los eslabones más pequeños de Boten solían traerle información.

No tuvo que esperar mucho al de cabello oscuro, pudo escuchar como este se acercaba con pasos algo temblorosos al lugar, seguramente nervioso. Manjiro esperaba en la oscuridad que brindaba uno de los rincones de la sala, observando al otro sentarse en uno de los bancos mientras suspiraba. Siguió con la vista clavada en su figura hasta que lo escucho murmurar por lo bajo con pesar. Irguiendo su postura salió del escondite con una de sus manos en el bolsillo de su pantalón, sacando sin complicaciones el arma que siempre traía consigo. A pocos pasos del Omega quitó el seguro de la pistola a la vez que apuntaba la cabeza contraria, aspirando sin poder evitarlo el ligero aroma a Eucalipto y rocío del otro.

— ¿Qué buscas Takemichi? ¿Acaso no es este el mejor futuro?

Preguntó sin mucha emoción en su voz, sintiendo al Omega sobresaltarse bajo su arma. Ladeando la cabeza se retira momentáneamente, caminando lentamente hasta los asientos que se hallan frente al antiguo miembro de su manada. Sin soltar el instrumento letal de sus manos toma asiento y ve con ojos fríos al otro.

— Mikey-kun ...

El Hanagaki susurra con un rostro sorprendido ante la nueva apariencia del Alfa, viéndose mucho más demacrado de lo que esperaba, aún sin perder el aura intimidante que siempre le rodeaba. Tragando un nudo en su garganta dirige su mirada hacia el suelo, observando la punta de sus zapatos mientras volvía a abrir la boca para hablar.

— Esto... Todo esto ha Sido por ellos ¿No es así? Te sacrificaste solo para que todos pudiéramos tener un futuro perfecto ¿Cierto?

Dijo de forma pausada, con la voz cargada de sentimientos y levantando nuevamente la mirada, admirando los pozos sin fondo que eran los ojos de Manjiro, aún más oscuros de los que recordaba, carentes de la jovialidad que solía desprender el otro.

No obtuvo respuesta, no al menos de forma verbal. Manjiro desvió la mirada con fastidio ante sus palabras, algo inquieto en su asiento, esperando terminar lo más pronto posible. Takemichi sonrió para si mismo al ver cómo el Sano movía la pierna de arriba hacia abajo con fastidio, recordando la actitud impaciente y caprichosa del mismo, que podía jurar aún debía seguir arraigada al menudo cuerpo del Alfa.

Presente Ideal (MaiTake)Where stories live. Discover now