A sad marionette

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Un rayo de sol llegó hasta mis ojos dejándome saber que ya es de día y tendría que levantarme.

Me dirigí hacia mi closet para elegir la mejor ropa para el día y para escuchar cuanto tiempo estaré sentenciado. Un short negro a la altura de las rodillas, una camisa interior negra y una sudadera roja me parecen la mejor opción.

Ahora mi camino es hacia el baño para poderme despertar totalmente con una ducha tibia.

Espero que los GPS sean a prueba de agua o tendré que ducharme con los pies fuera de la regadera y sería raro.

{~✰~}

Salí después de veinte minutos para ir hacia mi habitación nuevamente y poder darle algunos últimos toques a mi atuendo acompañándolo de algunos accesorios más mis zapatos.

Después de estar totalmente listo, bajé hacia el comedor para que me preparen el desayuno o yo mismo elaborar con dificultad y elaboración un plato con cereal y leche.

Pero al bajar por las escaleras mis fosas nasales fueron inundadas de un familiar olor a mantequilla así que ya sabía cuál será el desayuno.

-Buenos días, Alfred- saludé a mi mayordomo de confianza con una sonrisa y un ademán, posteriormente él me devolvió el gesto.

-Buenos días, joven Veneer. ¿Desea jugo de naranja o un licuado de mango para acompañar su desayuno?

-¿Puedo ambos?

Alfred simplemente me miró fijamente y luego devolvió sus ojos hacia el periódico que leía.

-Sí, por qué no

Solo me senté en frente de él mirando el encabezado de el periódico en el cual obviamente mi hermana y yo somos la imagen principal con un enorme texto sobre nuestras cabezas que decía "El fraude más grande de Monte Regio" y debajo de eso alcanzaba a leer "¿llegaron a comer trolls?"

Eso me llamó un poco la atención y me hizo sentir confundido y molesto de alguna forma ¿comer trolls? Que asco.

-Y bien joven Veneer, ¿me seguirá contando o después del desayuno?

-Pues... puedo contarle- Alfred cerró el periódico y lo dejo sobre la mesa.

-Lo escucho.

{~✰~}

Como no habían señales de tutores de canto seguí con las clases con mi maestro de piano.

Él decía que no era malo para cantar, con frecuencia me decía que me seguía faltando práctica y que mi voz se desarrolle por completo para saber que genero es adecuado para mí y que puedo intentar.

Llegó mi cumpleaños número dieciséis, lo que mi hermana tanto ansiaba, no hubo una gran fiesta, solo un paseo por las divertidas atracciones de una feria, algunas compras y una cena con mis padres y hermana. Durante la cena, Velvet decidió darles la noticia de que teníamos la idea de iniciar una carrera musical.

Mis padres no estaban tan convencidos a pesar de que mi hermana ya les había dicho, pero no nos dijeron que no nos apoyaban, de hecho papá nos preguntó si necesitábamos asesoría de canto, baile o algún instrumento. Pero Vel dijo que todo lo tenía cubierto y no había de que preocuparse.

Una semana después Vel me llamó a su habitación, creí que sería para decirme los horarios de las clases, pero no imaginaba lo que haría y me hiciera hacer.

-De acuerdo hermanito, nuestras carreras musicales empiezan a partir de ahora ¿estás listo para ser la estrella más grande de todo Monte Regio?.

Su emoción fue contagiosa para mí, así que ingenuamente le seguí el juego.

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