☆CUATRO☆

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Después de haberse vuelto uno con esa chiquilla, la culpa lo agobiaba. Ya estaba echo, la había profanado con un ser vil y malévolo en su propio altar personal.
Luego de salir de su cálido interior, el dolor para ella no la dejó ponerse de pie, quizás había sido muy brusco, o quizás era algo normal. En fin, no tenía idea.
La cargó en sus brazos y la llevó al baño para ayudarla a higienizarla. Sus bragas comprobaban con muestras de sangre que había robado su inocencia y eso más acojonó su corazón.
Con delicadeza talló su cuerpo y limpio entre sus muslos para retirar la prueba del pecado, ella no se quejó. Ninguno hablaba. Pero la intimidad del acto, era más que cómoda para los dos.
La secó, la vistió con uno de sus pijamas horrendos y la llevó a la cama.

-Debo salir un momento, quédate aqui y descansa- le dijo en voz de orden.

-¿Dónde irás?- se atrevió a cuestionarle la morena.

-Iré a la cuidad , pero vuelvo pronto-

-¿Otra vez?- y se sintió horrible al sospechar que su padre iría en busca de esa mujer que él frecuentaba.

-Solo haré un par de cosas,¿si? No tardo, te lo prometo-

Y se fue de allí, dejando sola a Kagome hundida en la tristeza. Ella creía que luego de esa mágica primera vez, Sesshomaru se quedaría a su lado para velar sus sueños,  pero lejos de la realidad, se hizo una bola en la cama y lloró hasta quedar dormida.

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-¿A estas horas por aquí, guapo?- se le acercaba como acechandolo.

-Déjame tranquilo Kikyo. No tengo ganas- le advirtió tajante.

Sorprendida la castaña siguió probando su suerte

-Siempre vienes en busca de mis caricias. ¿Que le sucede al magnífico Taisho, que no recurre a mis servicios?- preguntó insinuandose con su lencería bastante reveladora.

Por su lado, Sesshomaru solo seguía tomando en el bar de aquel burdel. Solo quería tranquilidad, quería alejarse de Kagome para pensar las cosas de manera más detenida, ya que al tenerla cerca, perdía el control.

-¿Acaso es una mujer lo que te aqueja?-

-Así es- respondió frío.

-Que envidia siento Sesshomaru, quisiera conocer a la afortunada que te tiene tan atormentado-

-Pues no lo harás. Ella no es como tú..-para ese momento ya le estaba molestado aquella conversación.
Kikyo quiso remendar y apoyó su mano con elegancia sobre su hombro para susurrar en su oído.

-No seré tan fina como esa fulana, pero nadie te hace gozar como yo..- la chica creía que eso iba a ser bien recibido,  pero por el contrario,  Sesshomaru se levantó violentamente de su taburete y la miró con  asco.

-Te puedo asegurar que nadie, ninguna mujer me ha echo sentir como ella. No hay nadie que se le compare, menos en la cama-

Y allí la dejó con su ego lastimado.
Kikyo era prostituta hace muchos años, los hombres peleaban por tener un turno con ella debido a su experiencia y belleza. Pero en secreto, ella moría cada vez que Sesshomaru la visitaba, sólo con él era capaz de sentir deseo y satisfacción sexual. Y ahora, por primera vez la había rechazado por alguna estúpida que lo traía enamorado.

-Por su bien, espero no conocerla- habló por bajo, con todo el desprecio del mundo.

Enojado, se dirigió al estacionamiento por su motocicleta, su casa en medio de la nada quedaba a unos treinta minutos de la cuidad, y su manera de trasladarse era esa. Amaba su vehículo tanto como su soledad, conducirla le hacía sentir libre.
Esa noche, llegó en menos de quince. Esa conversación con Kikyo le había echo admitir que esa escuálida niña le hacía sentir las idiotas mariposas de las que solo habría visto en las películas.

Llegó como ventarrón. Entró a la casa y se dirigió a su dormitorio y allí la divisó entre la penumbra. Dormía con algunos mechones de su cabello tapando su rostro.
Despacio, se acercó y los retiró de su cara con delicadeza. Tenía una especie de lucha interna. Quería devolvérsela a su madre y no saber más nada, pero por el otro lado, quería quedársela para siempre, encerrada en su cabaña, solo para él.

-Llegaste- habló muy bajo.

La imagen tan infantil que le regaló,mientras rascaba sus ojos fue lo más tierno que le había movido el suelo a Sesshomaru.

-Si niña, estoy aquí.. Shhh.. duerme- le acarició su melena.

-¿Te quedarás aquí, conmigo?- le preguntó.

Tragó saliva y decidió ser sincero.

-Escúchame Kagome, lo de hoy no estuvo bien, y si insistes en que esté cerca...yo...-

-¿Qué?- interrumpió ella, impaciente.

-Perderé el control, ¿de acuerdo? Me cuesta mantenerme a raya contigo. Me cuesta mucho no querer partirte a la mitad- se confesó sin tratar de sonar bonito ni romántico.

-¿Y quien te pidió tal cosa?-

La respuesta de ella lo sorprendió. Pasó toda la noche torturandose que seguramente ella lo odiaría por el echo de haberla profanado. Pero ella lo seguía insitando..

Con movimientos lentos, sobre sus codos se fue fue apoyando sobre ella, en el mismo lecho.
La volvió a desnudar con delicadeza,  esta vez quería disfrutarla más, de a poco, suave y sin apuro.
La besó tiernamente y la tocó como si de cristal estuviera echa.

-¿Aún te duele?- le preguntó acariciando entre sus pliegues vaginales con movimientos circulares.

-Un poco..creo..creo que solo debo acostumbrarme a ti- y gadeó al terminar de hablar.

-Te moldearé para mi. Solo para mi- y se llevó uno de sus pezones a la boca.

Su lengua era hábil, sabía lo que hacía. La inexperta chica se retorcía por el placer que él provocaba con tan poco.
Trazó un camino de húmedos besos hasta llegar a su flor., y allí no tuvo clemencia. La demoró tal cual un exquisito manjar.

-Uhhh..ahh..si..- exclamó jalando del plateado cabello.

-Eres adictiva nena- le dijo antes de besarla en sus labios, y darle a probar de su propio sabor.

-Pa..pá- gritó en busca de aire.

-Si me vuelves a llamar así, no tendré piedad- le amenazó serio, tratando de contener su morbo

Pero alguien no se dejó intimidar tan fácil y sabiendo las consecuencias de ese juego exageró su timbre de voz para exhalar más alto aún..

-Papi.!- eso bastó para que su hinchado miembro se ubicara y comenzara a hundirse con firmeza.

-Ayy..ay..Sesh por favor- suplicó la muchacha.

-Tú lo pediste. Soportalo- su gutural voz dejaba en evidencia la exitación que cargaba en el momento.

-Me..arde..-

-Relájate- le exigió tomándola de las caderas y dar un empujón para quedar al fondo de su feminidad.

-Ohhhhhh!- el largo suspiró pareció escucharse a kilómetros.

El dolor para Kagome aún era natural.
Era apenas su segunda vez, en el mismo día, con un hombre que rozaba las medidas premium.
Sesshomaru no esperó nada para comenzar su vaivén, el cálido interior de la chica estrujaba su pene de manera demencial.
Verla con su rostro empapado en sudor, mientras que sus senos rebotaban al compás de las embestidas, tratando de soportarlo lo lleno de un sentimiento totalmente desconocido para aquel ermitaño.

-Bien amor. Lo haces bien- la incentivó a seguir aguantando.

-Mmm..Kami. Seshhh. - palabras sin sentido salían de sus carnosos labios.

-Eso nena... sigue así..- susurraba agitado.

En minutos más, Sesshomaru no soportó más y estalló dentro de ella, llenando su feminidad de semen.

Agitados, no se separaron. Se quedaron viéndose el uno al otro, intentando calmar los alterados latidos de sus corazones.
Se besaron una, dos , tres y diez veces más. Era como un pacto silencioso, de amarse sin importar qué.

Mía (+18)Where stories live. Discover now