promesa - juantin

IV

Martin había salido de la ducha y había empezado a vestirse, hoy habían quedado con los amigos de Juanjo. Estaba algo nervioso, quería caerles bien.

Por otro lado, Juanjo se acababa de despertar y Martin tuvo que esperar a que se preparase. Al final, tardaron media hora más.

–¿Cómo que no puedes Álvaro tío? Y me lo dices ahora, joder– la voz alterada de Juanjo hablando por teléfono llamó la atención del más bajo. –¿Bea tampoco? De puta madre– Juanjo colgó furioso y se metió el móvil en el bolsillo del vaquero sin cuidado.

–¿Qué pasa?– preguntó Martin algo asustado, no quería que pagase el enfado con él.

–Mis amigos no pueden venir. Álvaro tiene que cuidar a su prima y Bea tiene que ayudar a su profesor de piano con no se qué mierda– soltó cabreado

–No pasa nada Juanjo, podemos salir otro día– Martin se acercó a él y puso su mano sobre el hombro del contrario mostrándole apoyo, se calmó al instante.

–Ni de coña– cogió las llaves de la mesa y abrió la puerta –Vamos a salir nosotros– Martin se sorprendió con la solución que había propuesto pero no se iba a quejar para nada. Es más, estaba encantado.

Juanjo echó la llave y bajaron al portal.

–No tengo coche así que tenemos que ir andando– A Martin no le importaba. –Así aprovecho y te enseño la zona. Por cierto, mi amiga Ruslana sí que vendrá luego–

–Genial– y empezaron a caminar hacia el bar favorito de Juanjo.

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–¡Te lo juro!– dijo Juanjo casi gritando mientras daba un golpe en la mesa. Habían pasado dos horas desde que llegaron al bar y ya iba un poco ido de copas. Las suficientes como para saber qué hacía pero también para dejarse llevar un poco más de lo normal.

–No te creo– dijo Martin negando. Él solo llevaba tres copas, sabía lo que hacía pero el alcohol le nublaba los pensamientos cada vez que Juanjo se inclinaba sobre la mesa o le miraba fijamente.

–Que sí que he tenido cinco novias– dijo dándole un trago al vaso –¿Tú tienes novia?– la pregunta le salió sola y desde luego, pilló a Martin por sorpresa.

–Solo he tenido una relación– recordó ese momento de su vida y le dió un trago a su bebida con la intención de distorsionar ese recuerdo.

La puerta del bar se abrió dejando ver a una chica pelirroja que se acercó hasta su mesa y saludó a Martin con dos besos.

–Hola, encantada. Soy Ruslana– dijo la chica sonriente sentándose entre ambos chicos. Le dió un beso a Juanjo en la mejilla y le despeinó el pelo.

–Encantado, soy Martin– por un momento, se pensó que era la novia de Juanjo y le dió un bajón, aún así, no quitó la sonrisa de su cara.

La puerta volvió a abrirse, ahora dejando ver a Bea y Álvaro. Juanjo los vió caminar hacia la mesa y miró a Ruslana confundido.

–Hola amores– dijo Álvaro llegando a la mesa hasta que su mirada se posó en el vasco. Su cara se iluminó y se acercó a él rápidamente

–Encantado, soy Álvaro. ¿Martin, verdad? Juanjo nos ha hablado mucho de tí– le extendió la mano y el chico se la apretó. ¿Juanjo les había hablado mucho de él? Una pizca de felicidad volvió a invadir su cuerpo.
Por otro lado, Juanjo sintió sus orejas rojas y no pudo evitar mirar mal a Álvaro.

–Yo soy Bea, me gusta tu camiseta por cierto– la chica le saludó con dos besos y por fin tomaron asiento. A Martin le estaban cayendo bien los amigos de Juanjo.

–¿Se puede saber qué hacéis aquí?– dijo cruzado de brazos mirándolos mal

–Pues que hemos terminado y hemos venido. Perdón por no avisarte antes Juanjo, pero ha surgido así– el chico rodó los ojos.

–La única que no me falla es Rusli– giró la mirada hacia la pelirroja y la sonrió acercándose a ella para dejar un beso en su mejilla. Martin sintió un golpe en el pecho que no supo explicar muy bien.

–Ay Juanjo, qué tonto eres– dijo la pelirroja sin dejar de sonreir. La sonrisa de Martin se convirtió en una mueca y Álvaro no lo pasó por desapercibido.

–Juanjo, pídenos algo, anda– Bea puso ojitos y Juanjo terminó accediendo, se levantó directo a la barra para pedir.

–Bueno Martin, a partir de ahora somos tus amigos. Nos tienes para lo que necesites– Martin le dió una sonrisa a Álvaro, qué majos eran los amigos de Juanjo.

–¿Y qué tal vivir con Juanjo?– preguntó Bea curiosa. –Si es dificil aguantarle un rato no me imagino vivir con él–

–Con Juanjo bien, es muy majo– dijo Martin aún sonriendo. –Anoche cenamos juntos en el salón, pedimos pizza– Los tres amigos fliparon y se miraron entre sí. Juanjo no era así con nadie, solo con sus amigos y eso significaba que le estaba cogiendo confianza a Martin.

–Creo que tu presencia le viene bien, está un poco menos insoportable– Martin soltó una carcajada.

–Seguro que es por vosotros, no me había dicho que sus amigos y su novia eran tan majos– Álvaro lo miró extrañado.

–¿Novia?– preguntó Bea confundida.

–Sí, Ruslana– dijo Martin tranquilo mientras que todos estallaron en risas.

–Martin, amor, Juanjo y Ruslana no son novios– dijo Álvaro aún riendo. Martin se quedó helado.

–¿Qué?– preguntó confundido.

–Martin, cielo, tengo novio– dijo Ruslana enseñándole su fondo de pantalla que era una foto suya junto a un chico.

–Mándale besitos a Omar– dijo Bea y Ruslana asintió.

–Además– dijo Álvaro incorporándose en la mesa y tapándose la boca con ambas manos para que solo Martin lo escuchase. –Entre tú y yo, creo que tienes vía libre con Juanjo, buena suerte– le guiñó el ojo y volvió a sentarse. Ahora las mejillas de Martin estaban rojas.

Juanjo volvió a la mesa y se encontró a todos conversando. Le entregó su bebida a cada uno y tomó asiento.

–Estábamos hablando de ir a una discoteca esta noche– le comentó Álvaro.

–Omar trabaja pero yo me apunto– dijo Ruslana.

–Yo no sé si iré, tengo que acabar las partituras de piano que me encargó Jesús–

–Tu profe de piano es un puto pesado–

–Joder Juanjo– le dió un golpe en el brazo y el chico se disculpó.

–Pues yo sí voy–

–Martin, ¿vienes?– preguntó Álvaro y Martin dirgió la vista a Juanjo, como buscando aprobación por su parte o algún gesto que indicara que lo quería allí, pero su semblante no le dió ninguna respuesta.

–Vale–.