Un hombre de muchos talentos

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Algo en ambos se encendió al ver los ojos del otro, jamás se habían visto en su forma humana pero dentro suyo sentían que se conocían hace años aunque no lograban recordar como, María sentía curiosidad por él y José sintió afinidad por ella rápidamente.

María, recogiendo lo que le tiró a José: lo siento tanto, soy una... (viéndolo a los ojos)

La conexión, como la llamaba el arcángel Gabriel, que habían logrado al ser un equipo antes de llegar a la tierra, se empezaba a manifestar en una sensación de unidad que ambos tenían. 

José, sin saber que decir: de nada.

Ambos se quedaron ahí levantando las compras de José, ambos querían alargar el momento lo más posible, resultaba que el extraño que tenían enfrente era mucho mejor de lo que sus cabezas imaginaban que sería su futura pareja. Que curiosos son los asuntos del "destino".

María, acomodando el último higo: Listo, es todo.

José: muchas gracias. (analizando sus frutas) Sabes, soy un experto escogiendo.

Maria llevaba un par de comentarios sin saber que contestar realmente, este extraño frente a ella la desarmaba, era curioso para ella.

José, algo nervioso: me refiero a...

María: escogiendo fruta.

José, intentando parecer tranquilo: Si, tengo muchos talentos.

María, aguantando la risa: ajá

Ella lo sentía, en lo profundo de su corazón, que este extraño le agradaba, quizá de más, pero no podía involucrarse con nadie, pues sabía que estaba prometida a alguien más.

María, intentando irse: que bien. (algo en sus pies la regresaba al mismo punto) ¿Por qué le dirías eso a una extraña?

José, intentando quitarle el semblante serio: siento que ya somos amigos, levantamos una cesta juntos.

María: al parecer ya estoy comprometida y creo que las amistades con extraños no son bien vistas aquí, así que ya me voy. (sin moverse de su sitio)

Las almas de José y María, tomadas de la energía de Ángel y Lúmina respectivamente, funcionaban como imanes, habían pasado toda la vida existiendo solamente, pero desde este momento, los "imanes" en sus almas buscarían estar uno junto al otro.

José: Pero aquí sigues.

María, usando toda su fuerza de voluntad: Adiós (intentando irse)

José, siguiéndola: ah, espera, espera (tomando algunos higos) tú no has escogido tu fruta.

María, implorando por dentro que la deje ir: creo que no me escuchaste.

José, haciendo malabares para entretenerla y evitar que se vaya: Vamos, escoge una. Será mi regalo de bodas para la bella novia.

María, siendo cortante: No debo aceptar obsequios de extraños.

José: ¿Extraños? ¿No habíamos superado eso ya?

María, tomando uno de los higos en el aire: Esta (con una sonrisa en el rostro) esta es perfecta (poniendo el higo con enojo en la boca de José y saliendo de ahí a prisa)

José, detrás de ella: no escuché tu nombre (encontrándose de frente con Fig y entrando en un pequeño ataque de nervios) jaja ah ¿un higo? (ofreciéndoselo al burro, Fig comenzó a acercársele y José no tuvo otra opción más que correr a gran velocidad de ahí) Ah odio a los burros.

¿Qué hubiera pasado de haberse dicho sus nombres en el momento? Quizá ambos hubieran pasado la tarde conociéndose, quizá José hubiera bromeado con que fue obra De Dios, lo cual era realmente cierto, a lo mejor María se hubiera molestado con él. Esperen, lo último si pasó pero no en el mercado.

El Evangelio perdido (Fanfic de Journey to Bethlehem)Where stories live. Discover now