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—¿Enamorarla?

Impa asintió, en silencio y con tranquilidad. Como si no acabara de decir algo tan descabellado.

—Pero... ella... es una Yiga —Fue lo que atinó a decir él, en contra. En realidad, las palabras se le agolpaban en la boca. Había tanto que decir y había muchas cosas que se podían objetar algo como eso. Pero no podía.

—Sé que suena extraño, tal vez más para alguien como tú. Pero ella no fue siempre una Yiga, lo sabes ahora. Alguna vez, fue amiga tuya.

«Suena ruin...», pensó él, sin poder evitarlo. Pero mordió un poco el interior de sus carrillos para no soltarlo. A pesar de todo, estaba evidenciando demasiado su conmoción.

—No estoy muy seguro de qué es lo que sé.

—No te presiones, los recuerdos y la claridad irán llegando con el tiempo —resolvió Impa, sin preocuparse demasiado por el estado mental o emocional del héroe. En lo que sabía del chico, Link tendía a ser estoico. Tal vez demasiado. No pensaba que aquello le pudiera afectar demasiado.

Pero lo hacía.

—¿Es necesario que sea así?

—Es necesario, por supuesto. Siempre el héroe y la vidente nacen destinados a conocerse y compartir, pero nunca es tan fácil. Necesitan demostrar que son dignos de llevar a cabo sus roles y cumplir con lo destinado, por eso en el camino hay dificultades varias. Los Yiga, al haber sido Sheikah, saben perfectamente la leyenda y sus implicaciones. Pienso que de alguna manera, consiguieron enterarse de que teníamos resguardada a la vidente y decidieron usarla a su favor —conjeturó—. Por eso es que ahora ella les es tan leal. Pero es necesario que tomes cartas en el asunto y tomes esta parte de tu destino, para traerla de vuelta y poder ponerle fin al mal. No importará si ustedes están cerca del otro, si no están realmente unidos a un nivel más emocional; espiritual. Es eso lo que desvela la fuerza real.

Link tensó un poco las comisuras de los labios. La incomodidad al respecto era obvia. No era solo que no estuviera seguro de poder lograr algo así con alguien que no parecía muy dispuesta a aceptarlo, sino que no le parecía correcto. Por mucho que algo muy dentro suyo, en el fondo, sí resonara con lo que le habían dicho.

Dando por terminada la conversación, Impa se despidió, dándole un recordatorio:

—El futuro de Hyrule, está en sus manos —señaló ella, dándole una palmada al héroe en el brazo, para luego continuar su trayecto escaleras arriba.

Él se quedó con la palabra en la boca y una desazón que le hacía cosquillear el cuerpo. No la detuvo más, como siempre, se tragó todo lo que pudo haber dicho. Se atuvo a su deber.

જ⁀➴

Por la tarde, se quedó observando el estanque de la diosa Hylia, en Kakariko. Sentía que quería despejarse, que necesitaba hacerlo. Pero dadas las circunstancias, dada su nueva misión..., era mejor no alejarse demasiado de la aldea por una temporada.

Había pasado la tarde lanzando pequeñas piedritas al agua, en busca de hacer que estas rebotaran; hacían ondas en el agua, que se extendían hasta desaparecer.

Mirando la efigie de Hylia, la escritora de las leyendas y su precursora, pensaba en las nuevas implicaciones agregadas a lo que siempre pensó que había sido su destino. De repente, se sentía como si siempre hubiera vivido en una mentira. Era ignorante del porqué le ocultaron información tan vital como esa; porqué si la familia real lo sabía, nunca hicieron un esfuerzo por buscar ese último rol, tal como habían hecho con los campeones. Llegó a considerar, incluso, que si habían fallado, seguramente podía deberse a ese pequeño detalle faltante.

Pertenecientes || BotW LinkWhere stories live. Discover now