Nico Di Angelo y Alice Miller, hija de Nix, se ven envueltos en una misión de Hades que los obliga a tejer una red de mentiras, haciéndoles interpretar el papel de un matrimonio ficticio. Lo que empezó como una artimaña para cumplir con su deber, se...
Senti que me estaban sacudiendo, abrí los ojos y vi fue a Nico dormido y me estaba abrazando. Me trate de ubicar, pero Nico no me dejaba, sus brazos me tenían muy bien sujeta.
—Señora, ya vamos a Aterrizar su esposo y usted deben abrocharse los cinturones y organizar la silla.—Me dijo una azafata
—Claro
La azafata se fue y yo me acerqué a Nico, lo bese en los labios esa es la manera en cómo siempre lo puedo despertar rápido, así que lo bese, supe que se despertó cuando su mano comenzó a acariciar mi trasero. Me separé de el y me pregunto
—¿Ya llegamos?—Pregunto pasando su nariz por mi mejilla.
Me encanta cuando hace eso.
—Vamos a aterrizar, debemos organizar la silla y ponernos el cinturón.
El organizó la silla y me colocó el cinturón, es demasiado tierno.
—Yo puedo ponerme el cinturón.—Le dije.
—Pero quiero hacerlo yo. Así que déjame
Sonreímos y nos volvimos a tomar de las manos, hasta que aterrizamos. Nico me pasó mi bolso y el tomó su maleta, de la mano salimos del avión y fuimos a esperar nuestras maletas.
—No recordaba el frío que hace en Chicago.—Dije aunque me traía muchos recuerdos, unos buenos y solo un recuerdo malo.
—Tranquila, estás conmigo.—me dijo apretando mi mano.
—Gracias. De verdad Nico.—Vi la cinta de maletas y vi que venía una de Nico y otra mía.—Mira tu maleta y una de las mías.
El las tomó y las reviso de que no estuvieran abiertas o algo así, y yo esperaba que llegara mi otra maleta. Cuando llegó nos fuimos a buscar un taxi que nos llevara a nuestro hotel.
—Recuerdo cuando papá me traía acá para ir al campamento, siempre era asi, el me compraba un helado y hablamos hasta que yo me tenía que ir.—recordé con nostalgia.
Nico sonrió y me beso en mi sien.
—Es bueno que tengas esos recuerdos, así tu padre siempre estará contigo.
Tomamos un taxi que nos llevó a nuestro hotel.
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Nico me dejó en las si,las del loving.
—Ya vengo, voy a registrarnos.—me dijo Nico dejándome las maletas.
—Claro.
El se fue y lo vi en el mostrador, pero no podía dejar de pensar en todo lo que me recordaban las calles de Chicago, tenía recuerdos de cuando íbamos a darle comida a los animales, cuando lo acompaña a su trabajado de arquitecto. Sentí como una solitaria lagrima quizo bajar de mi mejilla, me unas manos me tocaron los hombros haciéndome saltar, giré mi rostro y vi a Nico. El se arrodilló delante de mi con una sonrisa tierna y limpió mis lágrimas.