Capitulo 2:

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JUAN DAVID:

Me desperté, y cómo era de costumbre, ví la hora en mi móvil... 7:00 a.m, todavía era temprano para comenzar mis deberes en la hacienda, decidí volver a acostarme unos minutos.

Apenas me acomode -ya había encontrado la posición perfecta-, sonó mi móvil.

Vibró, vibró, vibró y vibró... a la quinta ya respondí.

—¿Aló?

—¿Dónde estás? ¡Se me hace tarde!

¡Mierda, Ruth!

—Estoy en camino, lo siento me olvidé.

Me levanté rápido y colgué, me puse mis pantalones, camisa y salí directo hacia mi carro.

Al llegar a la salida, en dónde estaban los carros estacionados, busque el mío y camine casi corriendo hacia el. Pero un hombre apareció y se puso en medio.

—Buenos días...

—Papá, buen día.

—¿Por qué corres?

—Le dije a Ruth que la llevaría a la universidad y ya voy tarde.

—Ah, bien... ve con cuidado mijo.

—Si, pá. No te preocupes, apenas regrese comenzaré con mis deberes.

—Si, no te preocupes Juan David.

Le dedique una sonrisa a mi padre y el hizo lo mismo. Agradecí que la hacienda de los González no estuviera tan lejos de la mía... si no, tardaría una eternidad.

Lo gracioso de todo, es que apenas estuve solo... me puse a pensar en lo que había pasado con Ruth la noche anterior. Cómo sentía que mi corazón latía desesperado por tenerla aún más cerca, también podía sentir el de ella, porque estábamos tan pegados que podía sentirlo como si fuéramos uno.

Jamás había visto de otra forma a Ruth aparte de como a una amiga, pero esa noche todo fue distinto, ella se veía más guapa, más interesante... más todo.
Ni siquiera parecía ella, se había hasta maquillado distinto. Ojo, no digo que ella no sea guapa, porque realmente lo es y más cuando ni se arregla, pero ayer todo fue distinto, la veía con otros ojos.

Llegué a la hacienda y toque la bocina, Ruth salió disparada de la entrada y subió rápido a el asiento del copiloto. Sonreí al verla y ella solamente me dió una cara muy pero muy preocupada.

—Llegare tarde.

—Lo se, Ruth. Lo siento, lo olvide por completo.

Comencé a conducir y no sacamos charla, lo que era muy raro de nosotros... siempre había algo por hablar o comentar sobre nosotros.

Decidí romper el silencio.

—¿Y que tal todo? ¿Tus padres, hermano?

—Bien, están bien. Mis padres estaban despertando y mi hermano no podía despegar la cara de la almohada.

—Me imagino, ni siquiera recuerdo la hora en la que terminó la fiesta anoche, pero tú hermano si la paso de diez.

—¿Por qué?

—Porque estuvo con una chica.

—¿De verdad?

—Si, nadie la conocía... solamente llegó, sola. Nadie vio quien la trajo pero ya sabes cómo son los melliz.
La chica era linda y ellos... aprovecharon su llegada.

—Y mi hermano la ganó.

—Claro que si. —nos reímos —. Tu hermano siempre deja con la boca abierta a todas las mujeres de este pueblo, mis hermanos estarían perdidos sin el.

Pasión de Gavilanes (novela con Juan David)Where stories live. Discover now