Seis

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Sintió que algo se le clavó a su piel por debajo de su maltratado vestido al removerse en su asiento, metió la mano cuidadosamente creyendo que era el corsé de barbas de ballena que llevaba puesto ya que eran igual de filosas que unas cuchillas, q...

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Sintió que algo se le clavó a su piel por debajo de su maltratado vestido al removerse en su asiento, metió la mano cuidadosamente creyendo que era el corsé de barbas de ballena que llevaba puesto ya que eran igual de filosas que unas cuchillas, que le estuvieron clavando parte del abdomen cintura toda la tarde mientras se movía descuidadamente; pero en vez de sentir un filoso hilo en sus dedos detectó la rugosidad de un papel mal doblado.

¡Era cierto!, el papel que le había dado la señora Margaret, lo había olvidado por completo debido a todo lo que había pasado en la última hora.
Lo había guardado rápidamente en el suspensor del vestido para que nadie se diera cuenta de lo que le habían entregado.

Con curiosidad y manos algo temblorosas sacó el papel y comenzó a desdoblarlo sin importale de que Lucien estuviera a su lado, el sabía que debía guardar silencio o perdería la lengua misteriosamente mientras dormía...

—¿Que es eso alteza?— preguntó curioso al ver el trozo de papel en sus manos azomando su cabeza hacia ella.

Pero al ver su contenido un silencio sépulcral se instaló en el vehículo; uno peor que el de un cementerio por la noche, uno sordo que entumecía los oídos, dejó de escuchar el motor, el ruido que hacía al avanzar, las respiraciones y palabras de los demás, todo sé redujo a ese momento, ese silencio que la consumió por completo junto al asombro de ver dibujado sobre esa pequeña hoja gastada y vieja el sello de su casa materna, el escudo de su familia el mismo que tenía el anillo que acababa de perder.

Un sello que se había perdido hace más de cinco años atrás, un emblema que había sido prohibió luego de la segunda guerra, la guerra en donde perdió a toda su familia. Qué comenzó con la muerte de su madre y su dragona, las siguieron cientos de miles de vidas más tanto inocentes como culpables, jovenes y ancianos habían perecido por igual.
Habían pasado tres años de esa guerra y la nación aún no podía recuperarse del todo al igual que ella.

Estaba dibujado perfectamente con todo sus colores, el dragón que estaba dividido en negro, blanco, dorado, rojo y azul; ninguna raya fuera de lugar todo perfectamente calculado, tanto que sintió un escalofrío en su columna por la precisión del grabado. Sabía lo que significaba.

Sabía lo que simbolizaba, el porqué que le había dado eso, con la intención y el propósito que se lo entregó.

Eso no era bueno, nada bueno para la familia real, nada bueno para la corona ni la monarquia, no era nada bueno para el poder que apenas podían sustentar, tal vez si fuera una persona egoísta y fría podría ser bueno aquello, ya que solo lo era para ella,
Esto desataba una y mil posibilidades de uso a su conveniencia, le daba herramientas, le daba poder. La clase de poder que entrega ventaja sobre todos los demás, le daría la oportunidad de vengarse de quienes arruinaron su vida y la convirtieron en lo que era ahora. Le daría la posibilidad de verlos gritar, de llorar, de arrastrase, de arrodillarse como obligaron hacerlo con su familia, con su madre...

Alas de fuegoWhere stories live. Discover now