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CHAPTER TWO. ' SPLINER '
Estaba totalmente drogada.
Tirada en el colchón de su habitación Victoria mira el techo incapaz de mover un músculo con la mente completamente apagada. Los sonidos, las texturas, hasta su propio cuerpo se sentía diferente, los sentidos distorsionados con el paso del tiempo alterado no era capaz de responder en qué maldito día estaba viviendo o dónde estaba drogándose.
Se terminaba por encerrar en su propio mundo. Era capaz de olvidar hasta su propio nombre y el techo la mejor obra maestra llena de detalles tan irrelevantes ante los ojos de cualquiera, pero para la mente dormida de Brewster era lo último que iba a ver. ¿Podía olvidarse de cómo respirar? Su pecho pesaba sin explicación, era incapaz de exhalar.
¿Iba a morir?
Claro que no. Fue cuidadosa con la dosis, rozando la muerte.
── Maldición, Victoria.
Jordana Davis abrió la puerta al no recibir respuesta de su amiga. Victoria acostada boca arriba luchando por mantener los ojos abiertos, a su lado la plaqueta de pastillas y el polvo restante sobre la mesita como la prueba más explícita.
── Victoria, dime algo.── la toma por los brazos moviéndola bruscamente. Jordana, frustrada se pasó una mano por el rostro maldiciendo por lo bajo, buscando el pulso en la muñeca de su amiga──. No me jodas.
Los balbuceos de Brewster fueron el indicio de que por lo menos seguía con vida. Escuchando la voz de quien parecía ser Jordana, su mente apagada no recordaba, o solo estaba muy perezosa para esforzarse en reconocer a la amiga que siempre estaba para evitar su muerte.
── Otra vez, Vic. No puedo dejarte sola cinco minutos, mierda.── susurró Jordana sabiendo que Victoria era incapaz de procesar sus palabras como cualquiera.
El efecto no duraba tanto como lo deseaba, estaba creando resistencia a la droga. Victoria tomó el brazo de Jordana reconociendo su olor como un bebé a su madre, sabía que ahora estaba segura.
── Lo siento.
Sin decir nada, Jordana no se movió de su lado sintiendo pena por Vic a la cual había conocido al ir a la misma escuela. Ahora compartían la casa que los padres de Vic le habían heredado.
── No morí.── dijo Vic con una media sonrisa.
── Si estás conmigo, definitivamente no estás en el cielo.── bromeó Davis acariciando los nudillos de su amiga. Ya le había gritado, habían peleado, se dejaron de hablar, pasaron por todas las etapas hasta llegar a la rehabilitación que poco había servido en el caso de Victoria que seguía encontrando refugio en las drogas. Más que en cualquier persona.── ¿De dónde sacaste estas pastillas?
