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Yeonjun estaba emocionado, hoy traerían el foco de luz. Tan solo esperaba que llegaran a tiempo para colocarla antes de las 20:30.

Para su desgracia, hoy le tocaba turno extra en la cafetería en dónde trabajaba.

— Si termino a las 19:30h... El paquete tendría que llegar a las 20h, así que si cojo el autobús a lo mejor...—Yeonjun murmuraba su plan para llegar a tiempo al momento en que su vecino encendiera las luces. Lo tenía todo planeado, a las 20:15 ya tendría que estar el foco montado. Nada tendría que salir mal, no hoy. Hoy era el día en que finalmente podría comunicarse con su vecino.

La emoción de pensar en conocer a su amado hacia que Yeonjun sonriera inconscientemente. Aunque no tuviera sentido, y por más que los demás se rieran de él, era un hecho que Yeonjun sentía ganas de protegerlo, de abrazarlo y de decirle que estaría siempre para él cuando Beomgyu ponía esa luz azul tan característica. Nunca había visto más que su simple silueta -y fue por mera casualidad-, tampoco había escuchado su voz ni mucho menos sabía cómo era esa persona, pero le amaba, de eso estaba más que seguro.

Parecía algo totalmente incoherente y estúpido, pero ver el brillo de los ojos de Yeonjun te hacía cambiar completamente de opinión, se notaba que sentía un amor puro que iba más allá de la apariencia.

— Yeonjun,—habló su jefe y el chico salió de su trance—¿en qué estás pensando?

— A-Ah... En nada, señor.

— Pues venga, sigue atendiendo las mesas.

Yeonjun hizo caso y continuó, tenía que salir lo más pronto que pudiese de ahí, y si su jefe consideraba que no había trabajado lo suficiente lo obligaría a quedarse un poco más...

Las horas pasaron lentas para el chico, quién miraba su reloj impaciente a que acabara por fin su jornada para poder ir corriendo hacia Beomgyu. Para su suerte, ya acabó todo.

— Buen trabajo, Yeonjun. Toma, la bonificación adicional de lo que has trabajado hoy.—sonrió su jefe. Yeonjun lo recibió con un 'gracias' mientras recogía rápidamente sus cosas para poder irse.—¿Dónde vas con tanta prisa?

Yeonjun se puso de pie, y mientras se iba le contestó.— ¡A ver a mi vecino!—dijo un poco más alto de como normalmente hablaba. Dejó a su jefe un tanto confundido, ¿tenía que darse prisa en ver a alguien que vivía cerca de él? Decidió ignorar la respuesta del castaño puesto que, tratándose de él, podía salir cualquier cosa menos algo normal.

Después de 20 minutos de recorrido del autobús, llegó por fin a su parada. Salió del vehículo casi empujando a la gente y llegó a su edificio, daba la casualidad de que había llegado al portal justo a la misma vez que el repartidor, pero tuvo que ir hasta la puerta de su casa y abrir la cerradura para confirmar que él era el inquilino del 7° D.

— ¡Gracias por su compra!—se despidió el repartidor.

Yeonjun cerró la puerta sin siquiera contestarle, todo había resultado bien. Miró la hora de su reloj.

20:34. ¡¿Qué!?

Fue rápidamente hasta su ventana con una expresión de horror, se asomó y... Sí, efectivamente, Beomgyu ya tenía las luces encendidas.

— Mierda, mierda, mierda...—Murmuraba el mayor mientras trataba de entender cómo montar el foco a la vez que buscaba el mando de la luces, sin tener éxito en encontrarlo. Después de varios minutos, al fin tenía listo el foco.

Suspiró del cansancio, pero por fin podría comunicarse con su vecino.

Se asomó por la ventana con esperanza de que Beomgyu no hubiera apagado las luces. Aunque, todas formas, si lo hubiera hecho sería entendible, todo el mundo las apagaría después de media hora de no encontrar señales alguna de la otra persona.

Su corazón se calmó cuando vió que su vecino aún le estaba esperando, aún las tenía encendidas. Sonrió con ternura y colocó el foco, lo encendió y pum, una intensa luz apuntaba a un punto aleatorio del otro edificio, Yeonjun lo posicionó de modo que diera a la ventana del chico.

Se entristeció al ver que nadie se asomaba.


LED | YEONGYUWhere stories live. Discover now