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𝗔𝘆 𝗺𝗶𝗲𝗱𝗶𝘁𝗼
— ____ te mandé millones de mensajes — Su voz se notaba irritada — ¿Por qué no contestas?
— Ah, me olvidé de contarte — Una gota de los nervios caía con lentitud por mí mejilla — Eh, bueno... — Me rascaba la nuca.
— Apúrate — Me ordenó Scara — ¡Lo perdí! — Me apuré a decir, no me gustaba que se enojara conmigo... Aunque diciéndole esto se enojará peor.
— ¡¿Otra vez?! — Me preguntó alterado — Es el quinto celular que te compro este año, _____ — Me miraba decepcionado.
Enojado, entró a mí casa sin siquiera pedirme permiso. Tomó agua del grifo y seguidamente se sentó en el sofá.
— ¿No quiere un café también? — Le pregunté en forma de burla, al ver como se paseaba como si fuera su casa... O quizá si lo sea.
— Después de todo, también te estoy alquilando la casa — Se quedó callado un momento — Si, tráeme un café. Estoy cansadisimo ¿Sabes? — Estiraba sus piernas y las subía a la mesa ratona.
— No pienso hacerte masajes en los pies — Lo miré con asco. Aunque scara sea la persona más limpia que conozco, no lo haría — Ouhh, y yo que tenía este celular... — Jugaba con él, a punto de tirarlo al suelo.
— ¡No hagas eso tonto! — Lo regañé — ¿Sabes lo que cuesta?
— Definitivamente tu no sabes lo que cuesta uno, vives de mí dinero — Su tono de voz se volvió arrogante. Viéndolo de otra forma, me alegra que se haya recuperado.
— Nadie te obliga a comprarme todas esas cosas — Le dije sin más, luego de señalar todo lo que estaba dentro de la casa, causando su silencio.
— Toma — Me tiró su celular — Procura no perder o romper ese también, ¿de acuerdo? — Me quedé callada. ¿A qué se debía tanta amabilidad?
— El anterior te lo perdoné porque Chloe fue quien lo tiró accidentalmente — La alzó y le comenzó a acariciar la cabeza.
— ¿Y los tres anteriores a ese? — Le pregunté insignificante — Que programas tan... Estúpidos — Decía, sin prestarme ni una pizca de atención.
— Es un programa para niños, claro que- — Me interrumpió — No me dirijas la palabra — Me fulminó con la mirada.
Scara aveces podía ser tan... Ay, no sé cómo decirlo. Es como un niño que su berrinche duraba literalmente años.
Simplemente suspiré y me quedé callada, era inútil discutir con él. Fui a prepararle su café mientras el aún veía "el programa tan estúpido" que era las pistas de blue.
